POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
Un bazar, en la cultura de oriente medio, es un mercado encontrado en áreas de la cultura persa, hindú e islámica. La palabra deriva de la palabra persa bāzār, cuya etimología viene del antiguo dialecto pahlavi baha-char que significa «el lugar de los precios». Comienzan a extenderse dedicándose a la venta de telas y a todo tipo de objetos valiosos.
Como una importante fuerza política, económica y social, el bazar ha representado una oposición contra las clases favorecidas y la élite política. Tenían un servicio de custodia de valores -joyas, oro, etcétera- por el que los comerciantes ricos podan disponer de cajas de seguridad a cambio de pagar una pequeña cantidad de dinero. El comercio se extendió a toda clase de productos de valor, como joyas, oro, alfombras, telas preciosas, etc. Los grandes bazares eran los centros económicos de las grandes ciudades, lugares de trueques y permutas.
Al final del siglo XIX se vivía en casi todo el mundo una euforia finisecular y, aunque inmersos en las guerras de Cuba y Filipinas, con la perdida de las últimas colonias españolas de ultramar, se intentaba transformar la crisis en optimismo, derroche y consumismo.
El siglo XX trajo la promesa del progreso, con sus anuncios de permutas, cambios y salida de la crisis económica. Abundaban por doquier los nombres que hacían referencia a este cambio de centuria.
El primero en establecerse en Torrevieja fue el ‘Bazar Sala’, en la calle Concepción, continuando abierto hasta bien entrada la década de los sesenta del pasado siglo. Fue fundado por Ramón Sala Torregrosa, de profesión armador, patrón, y comerciante, continuando en el establecimiento su hijo Ramón Sala Ballester y, por último, el nieto del su fundador Ramón Soria Sala.
En fechas como estas, próximas al Día de Reyes, el establecimiento suministraba a sus majestades atendiendo las solicitudes de todos los niños y niñas de Torrevieja y pueblos aledaños. Su gran variedad de juguetes, entre otros, carros, cochecitos, tambores de hojalata, platillos, trenes, muchas clases de muñecas, caballitos de cartón y de barro, juegos de parchís; algunos efímeros y paupérrimos como el aro, la cuerda de saltar la comba, los yo-yos, molinitos de papel o recortables.
En los finales del siglo XIX, Ramón Sampere, fue el fundador de otro almacén emblemático de Torrevieja, y no dudó en bautizarlo con el nombre de ‘Bazar El Siglo’, augurando con ese nombre una buena fama para su negocio. La gente hizo suya la denominación abreviándola ‘El Siglo’, sin más, al morir lo regentó su viuda, pasando más tarde a conducirlo su yerno José Moreno, armador y patrón de veleros, ya había tomado por nombre el apodo de su suegra y su esposa, que era quien en realidad quien estaban al frente del comercio: el ‘Bazar de la Tusa’. Situado en la calle Torrijos, actual calle Azorín, el bazar ‘El Siglo’ parecía que estaba destinado a convertirse en un establecimiento mítico de la historia de Torrevieja.
Tanto Ramón Sala Torregrosa como José Moreno aportaron su experiencia viajera, en fletes y comercios. Ambos eran patrones de embarcaciones de vela, bergantines, goletas, pailebotes y laudes, y desde jóvenes habían visitado La Habana y Estados Unidos, percibiendo una nueva forma de relacionarse comercialmente, entrando en contacto con importantes grandes almacenes americanos en los que se inspiraron para desarrollar este nuevo tipo de negocio en sus bazares: ‘Sala’ y ‘El Siglo’.
En Orán y Gibraltar, compraban porcelanas chinas, sedas, mantones de manilas, etcétera. Tanto en el bazar ‘El Siglo’ como en el ‘Bazar Sala’, las señoras podían elegir las telas para sus vestidos y encargar su confección al taller de modistas y hasta recibir clases de bordados, confección y costura. También allí se acudía para vestirse de duelo, adquirir una cristalería fina, loza, porcelana, coloniales, paquetería, quincalla y, como relataba su publicidad, encontrar de casi de todo, al estilo de los establecimientos de las películas del Oeste americano: ‘General Store’.
El ‘Bazar Sala’ fue derruido junto a los inmuebles colindantes y transformado en el moderno edificio que hoy alberga la ‘Chocolatería Valor’. El edificio del bazar ‘El Siglo’ continuó en pie, su propietaria María Moreno, a la muerte de su madre, se casó, ya entrada en años, con un señor viudo de la vecina población de Benijófar, utilizando su piso superior como vivienda y dedicando parte de sus habitaciones para alquiler en época estival. El bajo que ocupaba el bazar sucesivamente fue arrendado a las Nueva Compañía Salinas de Torrevieja para ser la sede de la Agrupación de Educación y Descanso del Grupo de Empresa; en varios años sirvió para la venta de turrones en fechas cercanas a la Navidad; allí tuvo su sede la ‘Asociación de Jubilados Unión Democrática de Pensionistas’, y acabó volviendo a sus orígenes: un ‘pequeño bazar’, una tienda dedicada a la venta de artículos de ‘Todo a Cien’, siendo declarado y catalogado el edificio como ‘casa protegida’.
María, al morir su marido, formó nueva pareja con un señor de Villena, propietario de gasolineras, terminó sus días en aquella población alicantina, pasando su propiedad, al fallecimiento de él, a manos de sus sobrinos, entonces propietarios de empresa ‘Carburantes Cox’, adquiriéndola más tarde los hermanos Soria Díez -por casualidad descendientes de aquel primer propietario del ‘Bazar Sala’-, siendo al poco adquirida por medio de permuta del Ayuntamiento de Torrevieja.
Con el paso los años, después de un siglo, el edificio ha vuelto a su fin originario como herramienta de negocio, como bazar, de intercambio, para trueque o permuta en época de crisis, que al fin de cuentas es la forma primitiva de comercio anterior a la compraventa.
En los antiguos bazares persas, hindús e islámicos la importancia social de la permuta decayó con la invención de la moneda, pero en Torrevieja se ha recobrado en épocas de crisis, principalmente en casos de hiperinflación o burbuja de económica o inmobiliaria, cuando el dinero pierde en gran medida su valor. La historia, como bucle, gira sobre sí misma, se repite.
Fuente: http://www.laverdad.es/