POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Aún no se nos ha ido el recuerdo, las vivencias y acontecimientos que nos han recordado a la Santa, que así es como sencillamente la reconocemos por estas tierras.
Pero si queremos añadir apellidos a este insigne personaje de nuestra historia religiosa y general, los tenemos en abundancia, así el de su ciudad, Teresa de Ávila; o Teresa de Cepeda y Ahumada, su nombre de pila; Teresa de Gotarrendura, por la provincia, una tierra llena de sus recuerdos; o Teresa de Alba, su tumba venerada; o Teresa de España, por las numerosas fundaciones repartidas por muchas partes; o la Teresa universal que lo es porque, además de Doctora de la Iglesia con todo derecho, la primera mujer que así fue nombrada, también por sus seguidores de todo el mundo cristiano y no cristiano… Tendríamos un largo escrito solo de lo más principal, y todo ello para decir que hemos celebrado el V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, como ya saben.
No es que este centenario de la Santa de Ávila nos haya pillado muy de cerca, me refiero a mi ciudad de Arévalo, que por aquí Teresa sólo pasó dejando huella cuando salió para fundar en Medina, pero sí hemos notado sus influjos peregrinos en visitas, aquellas personas que “pasaban por aquí…”, que todas son buenas y convenientes. Ha sido el año de su redescubrimiento para muchos.
Con el año que pronto comenzará, iniciamos otro gran centenario, el IV de la muerte de Miguel de Cervantes y con él, indiscutiblemente unida, la figura de nuestro fraile trinitario Fray Juan Gil, que fue su libertador.
En este caso son muchísimos los lugares cervantinos, unos con mayor motivación, otros con menos, pero creo que va a ser un verdadero aluvión de sitios y efemérides.
Arévalo tiene que luchar para mantenerse en un lugar destacado, como le corresponde por su cercanía al genial escritor porque, si no le hubiera rescatado el Trinitario arevalense, seguramente que nunca se hubiera escrito “El Quijote”, la obra cumbre de Cervantes, y la obra universal de la literatura en lengua española.
Tendremos que convenir en diversos aspectos, muchos actos se están gestando desde hace tiempo, y otros quizás han pasado más inadvertidos. Igual que unos necesitan más tiempo que otros para su planificación. Serán actos académicos, o editoriales, expositivos, otros serán de restauración de edificios y espacios cervantinos…
En este rincón de Castilla la Vieja, en plena meseta y planicie cerealista por decirlo en un giro clásico, que es tierra cervantina, este será un año de retos, de actividades culturales que recuerden una historia que durante mucho tiempo pasó desapercibida, casi en el anonimato para una generalidad. Así fue cómo sabiendo que su rescate fue obra de los frailes Trinitarios, habría de llegar un investigador a finales del s. XIX en que recuperó para la historia el nombre de nuestro fraile arevalense.
Pero aún habría de pasar tiempo para que a mediados del s. XX fuera rescatado su nombre para la generalidad del público.
Luego está el tema del convento donde ingresó, vivió y murió, del que apenas quedan unos escasos murallones, del convento que se reconstruyó tiempo después de la muerte de nuestro fraile. Poca cosa monumental o urbana para este caso… como pasa casi siempre, porque casi todos nuestros lugares históricos los hemos perdido, y no siempre por la incuria de la historia o del tiempo, la mayor parte de las veces, por la incuria de los hombres que han olvidado nuestras raíces y nuestra memoria…
Entre tanto, y sin darnos cuenta, ya está aquí la Navidad. Si no fuera porque estamos en Adviento y porque lo comercial impulsa el consumo estos días, casi nada nos pone en situación en vísperas de ella.
La campaña electoral lo acapara casi todo y el laicismo imperante en los mandatarios de las grandes ciudades, no dan apenas señales, y es que la Navidad sin Belén, sin Niño Jesús, ni Reyes Magos, o el árbol, apenas se queda en nada de nada. Pero hay a muchas gentes que nos gustan nuestras raíces…