ESCUCHAR LA LECCIÓN SOBRE ESTA O AQUELLA MANIOBRA, EL USO DE LAS ARTES PARA LA PESCA, LA NOMENCLATURA DE LAS HERRAMIENTAS PROPIAS DEL MUNDO NAVAL O UNA DISCUSIÓN ENTRE CARLOS NUEVO, DEFENDIENDO A PICASSO, MIENTRAS VICENTE LO HACÍA CON LA OBRA DE DALÍ

Hay un sendero que me recuerda el claustro del querido Seminario de Santa Catalina en Mondoñedo. Es el paseo que hacemos los domingos por la mañana en el muelle de Celeiro, entre «Puntal», «Rolindes», «Celeiriño» y «Rancho Chico». Aquellos sabios catedráticos de Teología en la ciudad rica en agua, pan y latín, son sustituidos por gentes de mar, que empezaron sus singladuras como marmitones en el cabotaje y luego fueron escalando desde el rancho del pesquero hasta el puente dónde el patrón gobernaba la faena.

Desgraciadamente, al igual que se nos fue muriendo Mondoñedo, entre las sombras de Cunqueiro, Noriega, Leiras, Lence-Santar; corremos el riesgo con los viejos puertos de la Galicia más al norte y así pierdan la tradición oral a la que denomina Vicente Miguez, «un mar de cultura». En mi puerto de Islas San Cyprianus sólo se habla de la factoría del aluminio y del último fin de semana en la Asturias profunda. Este año hemos perdido a gentes como Babi y Moncho Ron, auténticos miembros de aquellas estirpes de gentes curtidas por la mar y el viento, a los que gustaba vivir como gallegos y en gallego.

Cuando me desplazo los domingos a Porto Celeiro, lo hago con la misma ilusión que cuando siendo -un pícaro- «Bígaro», me sentaba en el suelo de la cantina de Cándido Rey para escuchar lo que contaban las gentes del bonito, bocarte o la bajura en el ABE, La Panchita, La Calixta, y otras motoras que se divisaban en su navegar desde el Miramar o desde La Fontiña.

La «tripulación» de Celeiro es una Cátedra de sabiduría en la que da gusto aprender. Los hermanos Miguez, El Capitán Pino, El Práctico y capitán Andrés Díaz, hijo del Rubito, Carlos Nuevo Cal, Paco, Parrocha, Currana, etc. Un lujo al que se suman Rapa y mis amigos Abella, Abelardo, Tito, Eugenio. Escuchar la lección sobre esta o aquella maniobra, el uso de las artes para la pesca, la nomenclatura de las herramientas propias del mundo naval. O una discusión entre Carlos Nuevo, defendiendo a Picasso, mientras Vicente lo hacía con la obra de Dalí; en medio de unas fuentes de coquinas y unas botellas de buen vino del País.

Y es que las tradiciones de las gentes de mar, sus expresiones, la forma de vivir, la arquitectura de los viejos puertos balleneros, la convivencia en los buques y la «carrera profesional del marinero», es un pozo del conocimiento para cualquiera que sienta deseos de conocer nuestra identidad como pueblo. Si algún estudiado, hijo del pueblo mariñano, se atreve a realizar una tesis doctoral sobre formas de vida, relaciones entre comunidades del Cantábrico, evolución social y cultural, le recomienda que no olvide nunca, no sólo los archivos episcopales, también la tradición oral.

Fuente: http://www.lavozdegalicia.es/