POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
¡¡5 de enero!!
Tarde-noche que ensambla deseos, súplicas, peticiones, nervios, inquietudes, sorpresas,… Todo ello en un marco lo más esplendoroso y colorido posible, entre soldados, música, …¡qué se yo!
Cabalgatas regias en grandes ciudades y villas «adineradas», y cabalgatas humildes en pueblos de «menos alcances». Pero los Reyes, magos o no, responden siempre a la inocente llamada de sus niños.
Hace un momento, mientras corregía las pruebas de un libro de Física que se editará en breve, estaba viendo la Cabalgata de Oviedo. Preciosa.
Y entre modelos atómicos, oscilaciones de neutrinos y bosones de Higgs (¡qué rollo infame!) me vi, niño y joven, en mi Colunga y en mis días colungueses de Reyes.
En Colunga, un día de Reyes, fui por vez primera «al cine». Nos llevó al cine «Azul», don Valentín Gorostiaga, párroco en San Juan de Duz, a los niños del Catecismo para ver «La mies es mucha»; película en la que, ¡asómbrense ustedes!, ya trabaja Sara Montiel.
¡Hace de esto 70 años!
Y en Colunga, al cuidado y ensayo de doña Belarmina Montes, catequista, los niños y niñas recitaban versos al «pequeño Jesús», como ayer les contaba.
Este es otro de sus poemas AL NIÑO DIOS espigado en su libro editado en 1961:
Ya vienen los Reyes Magos
desde Oriente hacia Belén;
traen muy ricos presentes
para dar al Sumo Bien.
Yo también le ofrezco al Niño
por cuna, mi corazón;
y por palacio, mi alma,
con la mayor ilusión.
Creo que estará contento
y me lo habrá de aceptar,
y con José y con María
lo venga pronto a habitar.
Y así, viviendo al calor
de esta familia querida,
arderé en fuego de amor
hacia Jesús que es mi vida.
Y entre besos y caricias,
que muchos le voy a dar,
viviré siempre contenta
hasta sus glorias cantar.
Hace muchos años que falleció la Srta. Beli, como así la llamábamos en Colunga. Y hace muchos años también, prácticamente centenario, falleció Enrique Collado, «el Vique», violinista original que no sabía música y tocaba «de ureya».
Él también acertó a ser «alma viva de las fiestas».
Hoy, en mi «cabalgata imaginaria», sin reyes ni alharacas, veo a Belarmina Montes recitando versos a un Dios hecho Niño, y a Enrique acompañando con su violín a un coro de ángeles que sin cesar desean «PAZ EN LA TIERRA A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD».