POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
La década de 1930 a 1940 fue convulsa en toda España y, negros nubarrones aparecieron en el horizonte, que hacían presagiar un futuro incierto y complicado. Los republicanos no conseguían que la nave llegara al puerto deseado y, la sociedad, en general, sentía un gran desasosiego: comenzaba a desconfiar de los políticos de turno.
Efectivamente, la situación se fue agravando y ocurrió lo que nadie deseaba; el enfrentamiento fratricida entre los mismos ciudadanos. El alcalde de nuestro pueblo, Domingo Salinas Carrillo, que llevaba las riendas de la alcaldía durante tres etapas- desde el día 16 de marzo de 1931, con la interrupción por enfermedad, en que fue relevado por los alcaldes, Julián Valiente Sánchez (de 15-6-1932 al 31-3-1933) y por Francisco Abellán Ruiz (desde 1-9-1934 al 21-2-1936), se vio obligado a dimitir de su cargo, como alcalde el día 19-10-1937, siendo reemplazado por José Abenza López, quien, hasta entonces, ostentaba el cargo de presidente de la junta comarcal republicana.
José Abenza López (El Colorao), que era el responsable del comité republicano, en nuestro pueblo, acometió la ingente tarea de tratar de reconducir a la ciudadanía con la finalidad de conseguir que se limaran asperezas y cesaran las hostilidades.
Los republicanos perdieron la contienda y, el día 18 de abril de 1939, este alcalde fue obligado a dimitir de sus funciones, siendo relevado ese18 de abril de 1939 por Francisco Miñano Miñano, miembro destacado de la parte vencedora.
Hasta aquí, he efectuado un relato cronológico de los políticos uleanos en aquella etapa, convulsa, de infausto recuerdo.
Sin embargo, quiero traer a la memoria, de todos los vecinos, que hubo un alcalde qué, era republicano y, miembro del comité comarcal, que puso como condición a la ejecutiva qué, bajo ningún pretexto se le diera el ‘paseíllo’ a ningún vecino, perteneciera al bando que fuera.
A un grupo de exaltados, que siempre los hay, les apercibió para que moderaran su actitud y rebajaran la tensión de los ciudadanos, en algunos casos, miembros de las mismas familias. Este alcalde fue, José Abenza López ‘El Colorao’ que tuvo la valentía de no permitir la entrada de un pelotón de ejecución, en Ulea, durante el tiempo que fue comisario y, desde que fue alcalde hasta su dimisión, no solo protegió a sus vecinos sino que asiló, escondió, protegió y dio alimentación a varias familias de pueblos limítrofes que eran buscados para su exterminio, con el beneplácito de su grupo político y personas de prestigio del bando opositor.
Tal fue su apuesta y tan arriesgada, que consiguió la utilización de un sótano, con el consentimiento y colaboración de sus dueños, Tomás y Bienvenida. No solo utilizaron el sótano sino que ampliaron con una cueva qué, atravesando la calle, llegaba hasta debajo del edificio de la acera de enfrente.
Cuando tomó el relevo de la alcaldía ‘El Colorao’, era una etapa de gran virulencia y, por mediación de un vecino, afincado en Villanueva y emparentado con la familia Ayala, Joaquín Cascales Pérez, dio cobijo y protección a la familia de Cayetano Ayala; que era perseguido y amenazado de muerte. De igual forma, a petición de la familia Garro, de Ulea, le dio de la misma manera cobijo y salvaguarda a un hermano que tenían en Cieza, José María Garro Valiente que, con las mismas intenciones, buscaban desesperadamente los milicianos.
Sus cualidades humanas, no paso a valorar las ideológicas, eran tan valiosas qué, en Ulea, encontraron cobijo y protección muchos jóvenes, de otros pueblos, que eran perseguidos, con idénticas intenciones.
Esta información me fue conferida, en casa de María del Moreno, por su hijo, Benito López Garro Maceo y los hermanos Paco y Julián Tomás Valiente; grandes amantes de su lugar de nacimiento, a pesar de que su ideología fuese distinta.
Durante esa amena charla, que duró hasta bien entrada la noche, no paraban de elogiar el valor, y el mérito, que tuvo José Abenza López El Colorao ya qué, al proteger a personas consideradas enemigas, se había expuesto a ser ejecutado, por sus mismos correligionarios, por haber incurrido en el delito de encubrimiento y protección del enemigo. Sí, los tres, al unísono, decían que los valores humanos del Colorao estaban por encima de los ideológicos.
Como yo era joven- tenía 23 años- y estaba acabando la carrera de medicina, me atreví a preguntarles ¿qué había sido del Colorao tras su cese y quedar en el bando perdedor? Al unísono, alzaron la vista y, con gran regocijo, me contestaron: intentaron meterlo en la cárcel, como represalia al haber sido una persona significada dentro del bando republicano, pero, en estos momentos tan cruciales, emergieron sus protegidos, Cayetano Ayala, José María Garro Valiente y el eficaz intermediario Joaquín Cascales Pérez (uleano emparentado con Cayetano Ayala) qué, tras salvar el pellejo quedaron en el bando vencedor e hicieron valer sus influencias para que José Abenza López no fuese represaliado.
Este trío de enamorados de Ulea y de los uleanos, glosaban los valores del alcalde, el grave riesgo que corrió y el esfuerzo de las personas que protegió, por conseguir que sus correligionarios, los vencedores se olvidaran de él y le dejaran en paz.
No es fácil entender que los valores humanos deben estar por encima de las ideas, sobre todo cuando se está ofuscado y envilecido. El Colorao, se encontraba en la disyuntiva de actuar como defensor de unas ideas o con la humanidad de una persona sensata. Optó por el diálogo, el entendimiento y el respeto a los demás. La ciudadanía estaba enfurecida y no consiguió la paz que pretendía, pero, sus acciones humanitarias tuvieron la recompensa; a la que se hizo merecedor por su conducta.