POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
En días sucesivos a la proclamación del cantón en Cartagena, se declararon cantones independientes en varias ciudades del levante y del sur español. Torrevieja, en donde había un grupo importante de republicanos federalistas y simpatizantes, fue una de las poblaciones a las que el Cantón murciano intentó incorporar a su causa. Entre los federalistas de Torrevieja se encontraba la líder local de este movimiento, Concha Boracino Calderón, de 42 años de edad, llamada a ser líder de la revolución cantonalista en Torrevieja, era hija de Giuseppe Boracino, natural de Génova, parroquia de Santa María de Gratzia.
Los Boracino era una familia de reciente inmigración. Una de las muchas que, desplazadas de su patria por el ciclo revolucionario auspiciado por la Revolución francesa, y luego por Bonaparte, buscaron refugio en España y en otros puntos del Mediterráneo. Negociantes y marinos, llegaron a Torrevieja, vía Gibraltar, hacia 1800-1810. En la siguiente década afianzaron su posición en la localidad, al enlazar matrimonialmente con los Calderón, conocidos comerciantes locales afincados en La Mata. Es así como lograron introducirse plenamente en las tramas mercantiles torrevejenses.
Concha Boracino fue una interesante mujer, figura representativa del incipiente movimiento feminista auspiciado por la difusión del ideario republicano-federal hacia 1870 en localidades mercantiles, grandes y pequeñas, del litoral mediterráneo español. Una temprana manifestación del feminismo, hasta el momento sólo estudiada por el profesor Juan Bautista Vilar, y poco conocida.
De su niñez y juventud apenas se sabe nada, debió recibir la educación reservada por entonces a las mujeres de familias de clase media más o menos acomodadas: primeras letras, rudimentos de aritmética, doctrina cristiana y labores de aguja, enseñanzas impartidas en la propia localidad. Una formación por tanto bastante limitada, pero siempre ampliable con lecturas independientes.
La Boracino se casó con Tomás Parodi en fecha imprecisa -hacia 1845 aproximadamente. Su marido era a su vez de origen genovés, patrón y armador de buques, natural y vecino de Torrevieja, en posesión de una pequeña fortuna -en los años sesenta satisfacía una contribución que podemos conceptuar como media entre los de su ramo: 45 reales anuales. En 1866 se vio envuelto en un proceso por contrabando, del que sin embargo salió absuelto. El propio alcalde, José Castell Satorres, respondió de él, presentándole como honrado patrón dedicado al lícito comercio de cabotaje.
Con ocasión de la Septembrina, fue elegido, en 1868, fue vicepresidente de la Junta Revolucionaria encabezada por su amigo José Castell. En adelante sus negocios marcharon cada vez mejor, de forma que en tres o cuatro años amasó una fortuna de importancia.
Parodi era por tanto el militante republicano notorio, secundado en todo momento por su mujer, que dados los condicionamientos sociales de la época, permaneció en la sombra hasta comienzos de 1873. Sea porque los negocios exigieron a su marido cada vez mayor dedicación, o bien porque éste renunciase a participar como lo hacía hasta entonces en un primer plano de la política activa por motivos que ignoramos, lo cierto es que desde el momento mismo de la proclamación de la República, y hasta la liquidación del episodio cantonal, es decir, entre febrero y julio de 1873, Concha Boracino fue la figura más emblemática del republicanismo federal en Torrevieja.
Tal realidad, insólita en la España del momento, no puede explicarse tan sólo por las particulares circunstancias apuntadas. Sin duda obedecía también a otras menos conocidas tales como la pertenencia a una familia de firmes convicciones republicanas, los Boracino, enlazada con otras de igual ideología: los Parodi y los Casciaro.
En efecto, Carolina Boracino, hermana de Concha, se hallaba casada con Pedro Casciaro Lobato, súbdito británico, de origen italiano, natural de Gibraltar, empresario con negocios mineros, con propiedades en Cartagena y Torrevieja –donde tenía una buena finca de recreo en las afueras del pueblo, donde pasaba temporadas de descanso-, amigo del líder cantonal Antonete Gálvez, militante republicano y cabeza de un conocido linaje de tradición masónica. Aunque amigo del líder federal murciano, y anfitrión suyo durante alguna de las estancias de éste en Torrevieja, ello no impedía que figurase luego entre los damnificados reclamantes contra el Cantón cartagenero.
La total pasividad política de Carolina Boracino, cuya educación y cuyo entorno familiar por nacimiento y matrimonio eran fundamentalmente los mismos que los de su hermana Concha, prueba que la adscripción de ésta a la ideología federal y su participación en la política activa, por encima de las circunstancias concretas ya reseñadas, obedecía a un proceso de autoeducación, que sería interesante indagar, y por tanto a un esfuerzo de reflexión.
Concha Boracino, vivió en el número 34 de la calle de Quiroga -actual Ramón Gallud-, en el lugar que hoy ocupa la perfumería Riera, próxima a la plaza de la Constitución, según el padrón municipal de 1874, en su domicilio también vivía un criado y un criada.
En 1873, hacía unos tres años que se había quedado viuda de Tomás Parodi García -patrón de cabotaje y armador-, con siete hijos -cuatro mujeres y tres varones-, en edades comprendidas entre los 5 y los 19 años.
En las elecciones generales de mayo de 1873, y luego en las municipales de julio, ambas con fuerte abstención monárquica, salieron elegidas las candidaturas republicanas de signo más conservador, adictas a Maisonave y controladas aquí por Pedro Vallejo.
La nueva corporación intentó contentar a los federales intransigentes, liderados por el marino mercante José Solano Huertas, y algo singular en la época, por una mujer, Concha Boracino -muy operativos en su club y en la calle-, mediante acuerdos más o menos efectistas. Así la sustitución del nombre de la céntrica calle Caballero de Rodas, que desde finales de 1868 honraba a uno de los generales que protagonizaron la revolución septembrina y que luego adquirió una bien ganada reputación de cruento represor de los levantamientos republicanos andaluces, y más tarde en Cuba contra los nacionalistas insulares, por «12 de Febrero de 1873», «…como recuerdo del día de la proclamación de la República [en Torrevieja]».
Fuente: http://www.laverdad.es/