POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO. CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
Malanquilla, pueblo pionero en la recuperación de los molinos de viento en Aragón, no puede quedar al margen de estas celebraciones en honor del inmortal autor de “Don Quijote”. Allí hace justamente 40 años, la blanca e inspiradora idea de los molinos de viento cervantinos, pobló las cabezas de unos y otros, allí, hace 40 años, surgió la iniciativa cultural más perdurable en el tiempo de cuantas surgieron en Aragón -y fueron muchas- basada en la recuperación de su molino y de su patrimonio y la puesta en valor de estos artilugios de la ciencia elevados a la categoría de la inmortalidad por la mano de Cervantes y su célebre aventura de Don Quijote y Sancho Panza.
En Malanquilla, cuando muchos ni lo sospechaban, se iniciaba un proceso sin retorno que hoy es ejemplo en la provincia y se divulga y estudia como exponente de cuanto se puede hacer desde la cultura, uniendo voluntades y transitando juntos un mismo camino.
Más que realizaciones materiales -el molino consiguió inaugurarse muchos años después- lo importante de aquélla aventura, al más puro estilo quijotesco- fue el espíritu y la demostración de que las grandes batallas también se pueden ganar y no siempre resultan -como en la famosa novela- molinos que nos lanzan contra la cruda realidad.
En Malanquilla, 40 años atrás, se ponía fin a la rutina diaria de un pequeño pueblecito donde nunca sucedía nada reseñable y se erigía en protagonista de los medios de información a los que se inundaba de noticias, ideas, proyectos y sobre todo ilusión, mucha ilusión, que no pasaba desapercibida para nadie. Malanquilla empezaba a ser conocido como «el pueblo del molino».
A partir de ahí, lo demás es conocido: en 1977 llega el Trofeo de Oro de Misión Rescate a nivel nacional, luego se crea la Junta para la Reconstrucción del Molino de Viento, después la Asociación Cultural «Miguel Martínez del Villar» con la que se institucionaliza el movimiento, se realizan las Jornadas Culturales de verano, se editan los boletines informativos, se crea el escudo de la localidad… una sucesión de acontecimientos que se extienden hasta el día de hoy, con el mismo espíritu y los mismos deseos de engrandecer a la localidad.
Rememorando esta parte importante de nuestra historia común -que es la mejor forma que tenemos de homenajear a Cervantes- bien podríamos unirnos a las conmemoraciones que ya se están desarrollando, al menos con una exposición de fotografías, documentos y objetos, que sirva para avivar la memoria de cuantos lo vivimos y de enseñar, a los que no tuvieron esa fortuna, los valores que nos animaron.
En paralelo podrían organizarse coloquios y charlas divulgativas, podrían hacerse lecturas de la aventura de los molinos, al atardecer, junto a nuestro gigante pétreo y de otros pasajes cervantinos. Debería dotarse en los diferentes espacios del molino de viento de paneles explicativos tanto relativos a su recuperación como al proceso de la molienda, ya que contamos con toda la maquinaria para hacerla posible. Podríamos invitar a instituciones culturales comarcales y provinciales a visitarnos -en el año cervantino- y guiarles por entre el legado que la historia nos ha encargado proteger y dar a conocer.
Podríamos hacer muchas cosas… ojalá no dejemos escapar esta oportunidad de rendir tributo a don Miguel de Cervantes, estando a la altura de las circunstancias. Estas y otras iniciativas las traslado al nuevo alcalde, Ernesto Marín para que sean objeto de estudio y consideración. Malanquilla no se puede permitir perder este nuevo tren…