DE BULAS Y DE BULDEROS
Feb 10 2016

POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

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Me recordaban ayer que, dado que hoy se inicia la Cuaresma, ¿por qué no recordar aquellos tiempos, no tan lejanos, de ir «a comprar la Bula» para librarnos de la obligación eclesial de ayunos y abstinencias en ciertos días del año?

Empecemos por aclarar el concepto de Bula.

Es este un documento pontificio mediante el cual el Papa concede un beneficio, un título, un privilegio, un perdón o indulgencia…a determinadas instituciones o personas.

Allá, en tiempos de las Cruzadas cuando la cristiandad intentó liberar los territorios judíos -cuna y patria de Jesús- del dominio árabe para que fueran patrimonio del cristianismo, diversos Papas concedieron Bulas-indulgencia a quienes contribuyeran a ese empeño de rescate con sus donativos o con su trabajo y participación personal.

Las Cruzadas, como saben, resultaron un estrepitoso fracaso.

Tiempos antiguos en los que la abstinencia de carnes y derivados de carnes era obligatoria todos los viernes; y el ayuno con abstinencia obligaba durante toda la Cuaresma y en otros días concretos del año. Pues bien, Roma, y esto desde el siglo XV-XVI concedió a España y territorios españoles la llamada Bula de la Santa Cruzada; privilegio que eximía de la abstinencia durante los viernes, excepto los de Cuaresma, y el ayuno con abstinencia quedaba reservado a unos días muy señalados. Por ejemplo, en Cuaresma, hoy miércoles de ceniza y el Viernes Santo son días de ayuno con abstinencia.

Tales Bulas suponían un donativo en limosna (dinero), voluntario, y tenían carácter temporal, normalmente reducido a un año. Es decir, había que renovar el privilegio año tras año y contribuir con el correspondiente donativo.

Esto, que luego derivó -al fracasar las Cruzadas- hacia una limosna para satisfacer las necesidades de la Iglesia, dio lugar a una serie de abusos, normalmente muy criticados por los fieles. Pienses ustedes, por ejemplo, que en el siglo XVII la Junta General del Principado de Asturias hubo de dictar normas para que esas limosnas de Bula se pudieran dar en monedas de vellón y no de plata como exigían algunos clérigos.

Las Bulas se «vendían» en las Iglesias y, también, mediante personas que iban por los pueblos con ese encargo. Se llamaban BULDEROS y, a la vez, por el aquel de sacar algún dinerillo más, rezaban oraciones por enfermos, difuntos, necesidades… Ejercían, por tanto, de SANTEROS.

En muchos casos, eran abusivos en su actividad «beatífica».

Las Bulas de Cruzada, en España, dejaron de «venderse» en la década de 1960-1970, siendo Primado de las Españas y Arzobispo de Toledo el Cardenal Don Enrique Pla y Deniel, del Título de San Pedro in Montorio.

Ya no hay Bulas, ni bulderos, ni ayunos ni abstinencias… Y de seguir así, por no haber, no hay ni Gobierno.

Tendremos que volver a cantar aquello de «Perdona a tu pueblo, Señor; perdona a tu pueblo, perdónalo Señor».

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