VICENTE OYA RECIBIÓ AYER EL TÍTULO DE CRONISTA OFICIAL DE LA PROVINCIA, CONCEDIDO POR LA DIPUTACIÓN

Primero fue Antonio Almendros Aguilar, después Alfredo Cazabán Laguna, siguió Luis González López, luego fue José Chamorro Luzano y desde ayer, Vicente Oya Rodríguez. La provincia, como el coronel de García Márquez, ‘ya tiene quien le escriba’. Don Vicente ya es Cronista Oficial de la Provincia -ya ejerce como tal en la capital, donde reside, y en Cambil, donde nació-. «¿Cómo es posible que yo esté en la relación de jienenses tan notables?», se preguntó Vicente Oya hasta en dos ocasiones en el acto oficial de nombramiento celebrado en la Diputación. «Una realidad para mí inimaginable», comentó. «Muchísimo más de lo que yo haya podido ofrecer», aseguró. Un discurso lleno de agradecimientos y recuerdos. Pero sobre todo un discurso lleno de sabiduría, la sabiduría de las personas honestas y de quienes llevan cincuenta y cinco años de investigación histórica y de actividad periodística, los últimos treinta colaborando en el periódico IDEAL -encontrarán sus ‘Jaencianas’ de hoy en la página 10 de este periódico-.

Vicente Oya lleva muchos años entregándose por completo a Jaén. Por eso este viernes fueron también decenas de ciudadanos quienes quisieron corresponderle llenando el salón de plenos de la Diputación. Allí había representantes de todas las entidades donde Vicente Oya ha aportado su saber hacer. Allí estaba, por ejemplo, el rector de la Universidad de Jaén, Juan Gómez, el deán de la Catedral, Francisco Juan Martínez, o el director de la Uned en Jaén, Andrés Medina. También muchos cronistas de diferentes municipios de Jaén.

Emotividad

En su intervención, llena de emotividad, hizo alusión a algunas de las instituciones de Jaén para las que ha trabajado con denuedo, como el Instituto de Estudios Giennenses, la Sociedad Económica de Amigos del País o la Asociación de la Prensa. Aunque especialmente emocionante fue su referencia a Aprompsi, de la que es presidente. «Toda una apasionante aventura como padre de una usuaria, Isabel María, en compañía de mi esposa Isabel», refirió. Y es que, en un evento de tantísimo significado para él, Vicente Oya tuvo muy presente a su familia. «Mi gratitud a mis padres, que me inculcaron las virtudes del trabajo y la honradez. Él murió cuando yo tenía tan sólo once años. Ella estuvo con sus cinco hijos hasta avanzada edad. Mi hermano Felipe, el mayor de los cinco, fue un padre ejemplar».

Vicente Oya aprovechó la severidad de la ceremonia para anunciar que, después de un año recopilando documentación, entregará su archivo particular a los ayuntamientos de Cambil y Jaén y a la propia Diputación. Un legado que seguirá enriqueciéndose en un futuro. «Mientras Dios me dé fuerzas -dijo en alusión a Vicente Aleixandre- seguiré escribiendo cada día para los que quieran leerme o los que no quieran, para los que estén despiertos o dormidos, para los que van despacio o deprisa por la vida, pero sobre todos para los que, perdidos en la masa humana, parece que no tienen nombre ni apellidos».

Según Vicente Oya, «el cronista es algo así como un profeta del pasado y un vigía permanente que otea el horizonte». Y acto seguido afirmó que «aunque soy más pasado que futuro, haré todo lo que pueda en el presente y vaciar toda una vida dedicada al periodismo». En alusión al eslogan turístico de Jaén, Vicente Oya expresó su deseo de contribuir, «siempre modestamente» a que todo el mundo se asome «a nuestro paraíso interior». «Yo deseo que el olivo sea la gracia de Jaén, pero que el olivo no se quede solo, aguantando el chaparrón, para que no se convierta en desgracia por no tener alternativas para nuestro desarrollo económico, social y cultural».

Fuente: http://www.ideal.es/ – Jorge Pastor