TORREVIEJA… UN PUERTO DE NUNCA ACABAR (24)
Feb 13 2016

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

1. rocas
Punta Cornuda, también llamada del baluarte, desde donde parte el espigón de levante. / Foto A. Darblade – Colección de Fco. Sala Aniorte
El ingeniero murciano Pedro Lorca Marín. / Colección de Fco. Sala Aniorte
El ingeniero murciano Pedro Lorca Marín. / Colección de Fco. Sala Aniorte

El 31 de marzo de 1921, el ingeniero de Obras Públicas Julio Diamante presentó el proyecto reformado del Puerto de Torrevieja, siendo remitido al Ministerio de Fomento para que pudiera ordenarse la nueva subasta. El dique de abrigo para resguardar a la rada del viento de levante, tendría tres alineaciones, la externa, interna e intermedia, y en esta última se tenía que construir un trozo atracable. La obra estaba valorada en cinco millones de pesetas.

Fue aprobado en un principio y en sus líneas generales, pero se ordenaron ciertas modificaciones con arreglo a las prescripciones del dictamen de la Sección tercera del Consejo de Obras Públicas.

El domingo 8 de mayo de 1921, llegó en el tren correo el murciano Diego Hernández Illán a solidarizarse con los torrevejenses en el inmenso júbilo que a todos embargaba por la llegada a Madrid del proyecto, la mejora y el informe del puerto de Torrevieja.

A pesar de la hora avanzada en que llegó el tren, le esperaban en la estación diversas autoridades, la comisión del puerto, sociedades y correligionarios. Rápidamente se extendió la noticia de su llegada y de que a las dos de la tarde dirigiría la palabra al pueblo en el teatro.

A la hora marcada se congregó en el extenso patio de butacas numerosísimo público, en el que figuraban autoridades, políticos de todos los matices, comisiones de navieros, armadores, Círculo Mercantil, Casino y un inmenso gentío que llenó el recinto. Presidió el alcalde, Rafael Sala García, y a su lado se sentaron en estrados las representaciones ya mencionadas.

Apareció en la tribuna Diego Hernández Illán, acompañado de una nutrida y prolongada salve de aplausos que se le ofreció como testimonio de amor y cariño por su dedicación para conseguir la reanudación de las obras del tan deseado puerto. Empezó diciendo:

Hace dos meses y medio os manifesté desde este mismo sitio que no obstante las negras y espesas nubes que empañaban el cielo azul de nuestras aspiraciones, llegaría pronto a lucir con diáfana claridad la luz del sol como premio a vuestra unión, como primer jalón planeado en el difícil y penoso camino de que hemos de recorrer. Horas de negrura fueron aquellas que nos hicieron dudar de su término; pero llegó al fin y como vaticiné, vencimos y el primer paso está dado. El proyecto de este puerto está ya en Madrid.

Dedicó a Julio Diamante, ingeniero encargado del proyecto, vehementes párrafos de elogio por su actuación: “[…] difícil tarea y pesada carga para lo que tuvo que robar horas de sueño”.

Siguió hablando de la honorabilidad de Ricardo Ayuso: “[…] dignísimo, competente y honrado jefe de ingenieros de la provincia, cuya situación en este asunto fue también poderosa y decisiva”.

Se dedicó un aplauso a ambos señores. Dando fin a esta parte de su discurso, haciendo apología del digno Cuerpo de Ingenieros de España merecedor de todos los elogios.

Continuó diciendo, que, “[…] como hace dos meses y medio, reaparecen de nuevo negros nubarrones en el cielo de nuestro ideal, serios escollos en nuestro camino que puedan entorpecer la marcha emprendida; pero con fe en porvenir, invito a todos a que tengan, fundado en que: El puerto que se pide es de justicia concederlo por la enormidad de toneladas que de un solo producto, la sal, por aquí se exportan; porque no hay razón para que otros puntos de España de muchísimo menor tráfico gocen de un privilegio del que nosotros carecemos, siendo también españoles; porque al frente del Ministerio de Fomento está el ilustre hombre a cuyo grado llegó por su amor a la justicia y cumplimiento del deber; porque el Director general de Obras Públicas señor Perea, amante y cumplidor también de la justicia y el deber, no negará su apoyo para esta obra, invocando también incidentalmente que todos los años es convecino nuestro y conoce muy de cerca la veracidad de nuestras aspiraciones: porque don Trinitario Ruiz Valarino, ilustre exministro, estará con nosotros sabiendo, como su hermano don Vicente, ser cierto cuanto pedimos; porque don Joaquín Chapaprieta, otro ilustre político, con la particularidad de ser hijo de Torrevieja, ha probado repetidas veces que hará cuanto sepa y pueda por nosotros y justo es reconocer que no habrá de abandonarnos en esta hora suprema; porque el ilustrísimo señor general Marina que nos ofreció su apoyo, vencerá en la contienda como venció repetidas veces en los campos de batalla y porque están de nuestra parte y nos ayudaran con todo cariño muchos ilustres españoles que ya se rindieron cuenta de la justicia que envuelve nuestra petición.

De todo lo expuesto se deduce la fe que abrigo en el porvenir: pero falta una cosa que es la que vamos a resolver brevemente.

Hay que ir a Madrid una comisión importante que pida personalmente a ministros, ingenieros, diputados y senadores, y otras personas influyentes, lo que ya hemos pedido tantas veces: la construcción de un puerto en Torrevieja. A nadie se designa para formarla; conocido el espíritu del asunto, todos caben en ella; no hay política; sólo ha de haber amor a la patria chica, deseos de enaltecer a la patria grande. Con este tema y costeándose cada cual los gastos, pues no se admiten suscripciones ni donativos para tal fin, el que quiera acompañarnos puede manifestarlo así al señor alcalde y formará desde luego parte de la Comisión expedicionaria”.

En el acto se ofrecieron para formar parte de la expresada comisión Francisco Marina, comandante del puerto de Torrevieja e hijo del ilustre general José Marina Vega; y Pedro Lorca Marín, ingeniero civil murciano afincado en Torrevieja.

El discurso valorado por los asistentes de elevados tonos, de amor ciego a Torrevieja, de cariño inmenso a sus habitantes, de fácil y apropiada dicción, y de una seguridad absoluta en el éxito de la empresa.

Terminó dando un viva a Torrevieja al que contestó lleno de entusiasmo todo el auditorio. En el tren de la tarde Diego Hernández Illán regresó a Murcia, siendo despedido en la estación por numerosas personas.

El 18 de junio de 1921, se desplazó a Murcia una numerosísima comisión compuesta por más de trescientas personas, en la que iban representadas todas las fuerzas vivas de Torrevieja. La comisión figuraban el alcalde, Rafael Sala García; el ex alcalde de Murcia, Diego Hernández Illán; representaciones del Casino, del Círculo Mercantil, de las Salinas, de los pescadores, de los armadores y de todas aquellas personas que tenían significación oficial o particular, aferrados al empeño por todos los medios legales y dignos de que la concesión del puerto fuera un hecho.

Saludaron al ministro de Fomento, Juan de la Cierva Peñafiel, para interesarle la construcción del puerto, mereciendo la atención del ministro. La comisión expuso al ministro los siguientes deseos que debían de ser seguras bases para la eficaz consecución de su deseo:

1.º Aprobar el proyecto primitivo que había salido en mayo último de la Jefatura de Obras Públicas de Alicante e informado por el Consejo de Obras Públicas el 15 de junio, sin otra reforma que la de que fuera construido el puerto con bloques de cemento y

2.º Que se hiciera rápidamente el expediente de subasta.

(Continuará)

Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 13 de febrero de 2016

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