POR VICENTE CALATAYUD CASES, CRONISTA OFICIAL DE RIBA-ROJA DE TÚRIA (VALENCIA)
“Apolo de Pinedo” es como se conoce a la estatua de bronce descubierta en la playa de Pinedo de Valencia en mil novecientos sesenta y tres por un grupo de cuatro amigos aficionados a la pesca submarina, un hallazgo casual de sumo interés por su singularidad y por la larga historia de avatares que ha vivido en su nueva singladura debida a su alumbramiento en el lecho marino en el que había permanecido desde el principio de nuestra era.
En el momento del descubrimiento, a tan solo trescientos metros de la orilla y unos diez metros de profundidad, únicamente otro objeto “pescado” cerca de Tarragona en un lejano mil novecientos cuarenta y seis, el sarcófago de mármol con el mito de Hippólitos y Phaidra, podría compararsele en importancia, según A. Garcia y Bellido, y ninguno de bronce de su tamaño en el medio marino, en España.
Todo sucedió un domingo, ocho de diciembre del año mencionado, y la estatua de una altura próxima al metro y medio, apareció sin la pierna derecha y con las excrecencias provocadas por el medio en el que apareció y en el que permaneció, probablemente, desde la época imperial.
La pierna en realidad había sido localizada poco después del hallazgo de la figura pero fue retenida por la persona que la encontró, quién sólo años más tarde la ofreció en venta para posibilitar la reconstrucción, pero la adscripción del efebo resulta opinable porque ni los llevaba ni ha aparecido atributo alguno que pudiera identificarlo; no obstante, según José L. Jimenez Salvador se trataría “de una copia en época romana del original realizado por Demetrio de Mileto a finales del siglo II a. de C., representando a Apolo Delphinio”. El mismo J. L. Jimenez mantenía, en mil novecientos noventa y cuatro, que se trataba de una obra excepcional, sin parangón en “cuanto a su iconografía, tamaño y material utilizado”.
Ya hemos mencionado que no se conoce qué atributos tendría la estatua, tampoco se sabe nada del soporte en el que se encontraría, siendo una imagen sedente, ni el espacio al que estaría destinada, público o privado, igualmente se desconoce si se hundió en el mar a propósito o bien lo hizo accidentalmente a causa de un naufragio, porque no se sabe el estado de la costa de Pinedo en la época romana.
El Apolo de Pinedo ha sufrido, desde su recuperación del lecho marino, dos restauraciones integrales; ambas fueron realizadas por el Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales del Ministerio de Cultura, la primera tuvo lugar tras el hallazgo y todavía sin su pierna derecha; la segunda, poco después de la compra de dicha pierna, culminó en mil novecientos noventa y cuatro y conservó los ojos de pasta vitrea colocados en mil novecientos sesenta y siete.
Si bien es conocido el papel que el Servicio de Investigación Prehistórica y su museo de Prehistoria, actualmente en el Centro de la Beneficencia, en la conservación y puesta en valor del hallazgo, es menos conocido que debemos la posibilidad de contemplar la serena belleza del Apolo a Ignacio Cuartero, Joaquín García, Ramón Chichell y Francisco García quienes depositaron la pieza en el Parque Móvil de Ministerios el mismo día en que la encontraron, al tiempo que se ponían en contacto con Domingo Fletcher, a la sazón director del S.I.P., ofreciendo su hallazgo casual a las futuras generaciones, prescindiendo del lucro personal y de los reconocimientos que, es de bien nacidos, podemos renovarles, cincuenta años después.
Nota: Dos publicaciones recomendables que han sido utilizadas para la elaboración de este artículo: “Estatua de bronce descubierta en la playa de Pinedo (Valencia)”, en Archivo de Prehistoria Levantina, XI, 1966, pp 171 a 175, de A. García y Bellido; también, L´Apol.lo de Pinedo, S.I.P., Diputaciò de València, 1994, (obra dirigida por José Luis Jiménez Salvador).