POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
«¡Merluzu, que yes un merluzu!», expresión que solemos emplear en Asturias para reprender cariñosamente -sin agresividad social o política- a quienes en un momento dado dicen una simpleza , una frase con pocas luces… El «merluzu, ya en plan más ofensivo, es casi sinónimo del «que-i falta un hervor» o «una garcillada pal pote»… Un «tontu´l culo» o un «bobu´l coño»; con perdón.
La «merluza», por su parte, encierra también un significado un tanto grotesco, cuyo origen ignoro.
«Tener una merluza», «agarrar una merluza», «tener una merluza», es sinónimo de borrachera, cogorza, mona, moña, tranca, embriaguez…
¿Será posible que esa relación merluza (pescado) y borrachera se deba a que la marinería, llegada a puerto y en días de buena pesca, lo celebrase bebiendo un «cacharru» de más?
Hablemos de merluzas y merluzos; es decir, del gádido denominado Merlucius merlucius (L.); ese pescado antaño supervalorado y de alto precio y hoy, merced a la modernidad pesquera, más asequible a todas las economías.
¡Ay, amigos!
¿Saben ustedes que existen merluzas machos; es decir, merluzos?
El estudioso y divulgador, farmacéutico vasco, don Roberto Lotina, explica que los merluzos tienen muy salientes los huesos de la cabeza, un tronco más ancho de lo normal y muy delgada la parte ventral y caudal; su carne es fofa e insípida y con mucha agua de constitución y…, claro, al cocinarla, mengua.
El profesor Emilio Barriuso, al elogiar la carne de la merluza, aclara: «»Hay quien en el grado sumo de refinamiento concede primacía a «la fema» (la hembra), que por tener además espina delgada, traduce su peso en mayor provecho».
Esto que les cuento no es nada nuevo. Y aunque los merluzos sean ejemplares de cierta «rareza», ya las gentes gijonesas (y asturianas, en general) sabían de su existencia y, como norma, no recomendaban su consumo.
Vean este consejo espigado en una «libreta de cocina» redactada en el año 1874 (recopilada en «La cocina tradicional de Asturias». Monumenta Histórica Asturiensia. Gijón 1990):
«MERLUZA.- Para que sea de calidad se ha de elegir una merluza de un peso de cinco a seis libras; si tiene la CABEZA GRANDE y el cuerpo LARGO Y DELGADO, resulta ordinaria; se trata de una MERLUZA MACHO; la merluza de la mejor calidad es la corta y muy llena».
Pues… ¡a preparar unos fritinos de merluza «fema» y «del pinchu»!
De un buen trozo de merluza (del tronco, por ejemplo) eliminaremos espinas y pieles (si no sabemos, se pide al pescadero que lo haga).
Bien limpio, se trocea en «cuadrados» de tamaño mediano y no excesivamente gruesos; se salan y reposan durante un rato.
Seguidamente se rebozan en harina y huevo batido y fríen en abundante aceite de oliva, caliente, en el que previamente doraron unas laminitas de ajo.
Se complementan, adornando el plato o la fuente, con unas lonchas de tomate natural y hojitas troceadas de lechuga muy fresca (aderezadas adecuadamente con unas gotitas de aceite de oliva virgen extra, de Monterrubio de la Serena, y otras de vinagre de sidra asturiano).
En la foto, mis fritos de cena de ayer después de ver «la no investidura».
¡Madre mía, cuánto «merluzo»!