POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Bajaba yo por Caveda hacia La Lila y, en la esquina con Longoria Carvajal, al lado de la Peluquería Sara Vega, un hombre de mediana edad se puso a cantar “Aceituneros”, el poema de Miguel Hernández, al que puso música Santiago José Báez, y difundieron el grupo Jarcha, Paco Ibáñez, en aquel concierto en el Olympia de París, y luego solemnizaron la cantaora Carmen Linares y el tenor Miguel Arjona, para convertirlo en himno de Jaén. Me detuve a escucharlo pero no me atreví a acercarme y darle una propina porque no estaba seguro si era un juglar con la mirada perdida o un vendedor de cupones, sin mirada. Su clara voz de barítono se preguntaba, de manera retórica, quién había levantado los olivos de Jaén, a efectos de dilucidar luego el nombre de los propietarios. Por un lado estimuló mi solidaridad, por otro me dije: ¿Será un recaudador de impuestos?
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