(CLAUSTRO DE LA CATEDRAL DE BADAJOZ, 10 MARZO 2016)
Cuando en otras partes, uno de esos personajes innobles de talla menor a los que, en El Alcalde de Zalamea, Calderón de la Barca tacha de “villanos con poder”, trata de ofender al Ejército de España, Badajoz lo ensalza en la figura memorable de uno de sus mejores con este acto en el que se evoca al General Menacho, uno de los nombres militares más estrechamente unido a la historia de Badajoz como figura destacada entre esa gente brava de la milicia que siempre desempeñó tan decisivo papel en su devenir; pues no hay en la historia de esta ciudad, no ya siglo, sino, casi década, en que los soldados no tuvieran una actuación decisiva en su defensa. Soldados que en esta plaza, castrense por naturaleza, no fueron nunca el añadido ocasional de una guarnición pasajera, sino una parte más de su población, con la que siempre se integraron estrechamente.
A uno de ellos es al que recordamos. Al defensor de plaza frente al invasor francés en la Guerra de la Independencia, Rafael Menacho y Tutlló, muerto en el baluarte de Santiago el 4 de Marzo de 1811, cuyo 205 aniversario evocamos. Considerado ya en su tiempo por Badajoz como Ciudadano Benemérito, lo que hoy sería Hijo Predilecto, la ciudad no ha dejado de recordarlo desde entonces para resaltar su ejemplo y rememorar su gesta.
Sobre su figura, acciones y muerte se ha dicho ya casi todo, resaltando siempre su condición de ejemplo del soldado español que ofrece su vida por la patria. Hoy queremos añadir algo que lo engrandece aún más.
Que su hazaña no fue algo aislado, sino la expresión de un espíritu que se encuadra en la larga tradición histórica del soldado español, que desde Viriato continúa con Guzmán el Bueno; los de Empel; Blas de Lezo; Churruca y Gravina; Daoíz y Velarde; Palafox y Álvarez de Castro; Cervera y Méndez Núñez; los últimos de Filipinas y Eloy Gonzalo; Wad Ras y Castillejos; Noval y Lorenzana; Benítez y Flomesta; Moscardó y Cortés; los cuarenta de Alcubierre; Volchoj y lago Ilmen; Amelú y Echdera, y otras mil veces más en las que nuestros soldados han demostrado lo que es la “resistencia a la española”; el “Igueriben no se rinde”, o el, “nos quedan doce balas de cañón; contadlas y al sonar la última, disparad sobre nosotros”.
O sin salir de Badajoz, en la brava Marí Domingo “la bejarana”, defensora del castillo frente al rey Sancho IV en el siglo XIII; Duque de San Germán, Marqués de Lanzarote, corregidores Gaspar de la Cueva y Lope de Tordoya, coronel Walter Dógan y demás jefes de los Tercios Viejo y de Armada; Gaspar de la Cueva, Alonso de Escobar, Simón de Castañiza, Marqués de Bay o Pedro Silva Barreto, cuyas vidas entregaron en defensa de Badajoz en los fuertes de San Cristóbal, Picuriña, Pardaleras o San Miguel, o la fama de cuyo valor quedó grabada en las piedras de sus murallas.
Esa es la tradición con la que enlaza la gesta de Menacho y el marco que la encuadra para acrecentarla aún más. Y esa su grandeza: Que su sentido del deber y ánimo combativo no fue algo aislado, sino la expresión de un espíritu y una tradición hondamente arraigada desde siglos en el soldado español.
En el monumento a la Inmaculada que preside la Plaza de Armas de la Base “General Menacho” de Bótoa, hay un verso tallado en piedra que dice que “siempre fue oficio de españoles ver la muerte como un servicio más de honra y de suerte”. Como tantos otros, así lo rubricó con su sangre el general Menacho.
Esa es la razón por la que en el 205 aniversario de su muerte Badajoz lo sigue recordando y honrando como Benemérito. Lo que es de justicia, porque así se lo ganó al proyectarse a la posteridad con su conducta. Pues, como reza el lema de la vieja estirpe extremeña de los Monroy. “La muerte menos temida, da más vida.”
Por todo ello, ¡Honor al general Menacho!
Badajoz, 10 Marzo 2016
Alberto González Rodríguez
Cronista Oficial de Badajoz
COLECCIÓN FOTOGRÁFICA EN http://www.hoy.es/