POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Cuatro pasos propuso sobre el itinerario nazareno la Pontificia, Real, Hospitalaria y Primitiva Asociación del Santísimo Cristo de la Salud, institución que protagonizó la segunda de las procesiones murcianas de la tarde del Martes Santo. Y lo hicieron también, como había sucedido una hora antes con los hermanos del Rescate, mirando al cielo ante la posibilidad de que volviera a llover y les fuera imposible iniciar su estación de penitencia desde la iglesia-museo de San Juan de Dios, en pleno corazón de la ciudad.
No fue así, si bien algunos cofrades destacaron que la previsión de nubosidad a partir de las ocho de la tarde, hora oficial de salida del desfile, se situaba en un 99%, según todas las previsiones meteorológicas.
La procesión de la Salud arrancó con su primer trono, Nuestro Padre Jesús de las Mercedes, un nazareno que imaginó Nicolás Salzillo entre 1713 y 1725 y al que sigue un San Juan Evangelista, en este caso obra de Roque López y datado en 1791.
Imponente desfile el de los hermanos Hospitalarios desde cuyas filas se elevan cánticos al paso de la Santísima Virgen del Primer Dolor, aquella que en San Miguel es conocida como la de los Santos Pasos, la tercera de las imágenes y firmada por Francisco Salzillo en 1740.
Dolorosa que alza sus manos al cielo mientras recibe la admiración de Murcia que se rinde a sus pies cuando camina por aquellas calles recogidas para las que fue tallada por el genio y donde aumenta su belleza y la devoción que despierta. Es el prólogo adecuado para la llegada del titular de la Asociación, el Santísimo Cristo de la Salud, una talla anónima que fue creada entre los siglos XV y XVI.
En la noche de este martes estrenó la hermandad tenebrarios en plata -candelabros que antaño se encendían en el oficio de tinieblas-, que han sido labrados en una taller malagueño y que a partir de ahora se incorporarán al desfile.
Voces de corales
La tarde declina en Murcia y deja paso a la noche oscura. Las temperaturas descienden y las nubes se niegan a abandonar la urbe, aún mojadas las calles sobre las que caminan miles de nazarenos. Año tras año, gana en solemnidad este desfile de túnicas blancas y rojas donde no se reparten caramelos, pero sí lecciones de cómo celebrar una procesión de forma solemne. En varios lugares de la carrera se alzan las voces de la Coral Discantus y al Coral San Buenaventura y de una pequeña niña, Blanca, que fue la primera en elevar su voz para cantarle al Crucificado al llegar a la plaza de San Bartolomé.
Cuando el desfile retorna a San Juan de Dios, muchos respiran aliviados. Han logrado celebrar su procesión y parece que, a juzgar por las previsiones, este miércoles retornará el buen tiempo a la Región, lo que permitirá la salida de la imponente procesión de la Sangre desde El Carmen. Para entonces, los hospitalarios de la Salud ya habrán descansado tras celebrar una espléndida estación bajo el cielo encapotado.
Fuente: http://www.laverdad.es/