POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Madrugadora está este año la Semana Santa, quizás lo más temprana posible según las lunas del calendario que nos traen, como cada año, unas semanas antes o después estos días que tienen al menos dos importantes vertientes, según y cómo se mire, y ambas juntas aún mucho más.
El primer efecto de este largo puente son las interminables caravanas de vehículos, que se mueven de acá para allá en número altísimo y que desgraciadamente ya han dejado accidentes graves con muertes, y ponen la nota luctuosa a estos días. Todos cuando salimos pensamos que a nosotros no nos va a tocar esa trágica estadística, pero de vez en cuando llega a quien menos lo espera. Pensemos que hay que regresar.
Esta semana es un extenso puente para las vacaciones y el turismo, el religioso y cultural, como ahora se dice, un turismo muy atractivo que siempre plantea nuevas rutas y metas por el inagotable repertorio a ser visitado, es nuestro patrimonio, no solo el monumental sino que ahora hay que sumar el devocional.
Hay tantas semanas santas como ciudades, villas y pueblos repartidos por nuestra geografía nacional. Cada lugar y cada rincón con sus particularidades y atractivos, muchos de ellos agrupados por regiones con su impronta propia y característica, y dentro de eso también están las particularidades que significan a lugares concretos. En Castilla y León, en nuestra provincia y aún en cada una de nuestras comarcas, muchos son esos atractivos.
Pero la Semana Santa, que a mí me gusta llamarla de Pasión, es diferente si además de admirar las bellezas de su imaginaría, de sus pasos, de sus desfiles procesionales, el entorno y todo aquello que suma en estas celebraciones. Es diferente digo si te introduces dentro del mundo cofrade, vivirla desde dentro, volcando sentimientos, sensaciones y devociones. Arte y sentimientos se complementan.
En mi pequeña ciudad y después de unos años de decadencia, ya hace casi treinta años que un buen número de personas, la mayoría jóvenes, nos propusimos la recuperación de la tradición semana santera que aún guardábamos en el interior de nuestras retinas, para volcarnos de corazón en esa tarea. El resultado es muy digno. Se restauraron los antiguos y modernos pasos, se realizaron o adquirieron otros para cerrar el ciclo narrativo de la Pasión de Cristo. Se recrearon hábitos y túnicas acorde a cada momento pasional.
Actualmente salen por nuestras calles siete procesiones cargadas de simbolismo, de devoción cofrade, de respeto y de silencio solo roto por los pasos de los participantes, por las canciones cadenciosas de cada momento, por los redobles de tambores de nuestra banda infantil de tambores, los sonidos de toques de carracas, o las magníficas marcha de procesión de nuestra Banda Municipal de Música.
Y los repiques de campanas y campanillas del día de Resurrección. Siete procesiones en las que salen 18 representaciones religiosas, imaginería de varias imágenes. Desde la humilde Cruz desnuda, símbolo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, a los espectaculares pasos de la Escuela de Olot, o las importantes obras de imaginería castellana de los s. XVI, XVII y XVIII que compones su atractiva imaginería. Un repertorio muy digno para una población pequeña. Parece que el tiempo nos dará tregua para las celebraciones, eso esperamos.
Pero lo más importante es el fervor y la devoción de los penitentes que portan algunos pasos de hombros, y las largas filas de cofrades acompañando en estas procesiones tan participativas, y aún mucho más público acompañando en largas filas las comitivas pasionales que denominamos procesiones.
Algunas de ellas son más intimistas, recogidas y en medio de profundo silencio que invita a la meditación y a la oración. Una forma profunda de vivir estos días que culminarán con la noche de Pascua de Resurrección, el fin último y gozoso de estas celebraciones. ¡Feliz Pascua para todos!