POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Este pasado fin de semana se ha inaugurado una gran exposición, una muestra de escultura y dibujos de Venancio Blanco, el extraordinario artista salmantino, tan valorado y con gran prestigio en el mundo del arte contemporáneo español.
¡Qué puedo decir de este extraordinario maestro de ganado prestigio internacional! Su obra es la muestra más elocuente de ello.
Esta que hoy comentamos es otra exposición del conjunto de actividades que se están empezando a desarrollar en la ciudad de Arévalo para conmemorar el V Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes. Actos que están empezando a ponernos en situación de esta celebración tan importante en el mundo cultural y literario, por la magnitud del personaje, Cervantes, y por la de su rescatador, Fray Juan Gil.
Respecto a esta exposición, “Venancio Blanco. Una mirada a Cervantes”, es tan atractiva y coqueta en su tamaño, como tan extraordinaria en su contenido, que está instalada en la sala de exposiciones de la Casa del Concejo arevalense.
Ha sido inaugurada por Eduardo Duque en representación de la Diputación Provincial de Ávila, por el alcalde Vidal Galicia, por la concejal de cultura Sonsoles Arroyo, por representantes del Patronato de la Fundación Venancio Blanco y del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, con numerosos invitados del mundo cultural y social de la ciudad. Un acto sencillo pero entrañable en el que tras unas palabras del Diputado, del Alcalde, de la representante del Instituto de la Lengua y la directora de la Fundación Venancio Blanco, la representante de esta fundación realizó una visita guiada por la preciosa obra de menor tamaño de Venancio Blanco, de alguna maqueta de sus esculturas monumentales, deteniéndose en la del monumento a D. Quijote de la Mancha, fotos y una colección de bocetos y dibujos del artista, que denomina “dibujos de desayuno”, y tan característicos de él.
Una exposición que recorrerá nuestra región y muchas de sus ciudades.
Hoy quiero recordar, al hilo de este evento, otros momentos de contacto de Arévalo con el genial escultor, unos episodios que nos han acercado la dimensión artística y humana del artista.
Sus espléndidas esculturas que participaron en la exposición Credo, de las Edades del Hombre en su edición de Arévalo, unas magníficas esculturas a tamaño natural de nuestros santos abulenses, Santa Teresa y San Juan de la Cruz, y también San Pedro de Alcántara, que fueron admiración en el atrio románico de San Martín, la segunda de las sedes expositivas arevalenses. ¡Cómo lucían en ese magnífico entorno histórico y artístico! Y qué pena cuando nos abandonaron.
Precisamente Nuria Urbano, la directora de la Fundación recordó una emotiva anécdota que ella presenció al finalizar la muestra de Las Edades, “un señor de Arévalo, agarrado a la valla, prácticamente lloraba y decía, ¡por qué! si esto ha sido tan bonito y nos habéis hecho tan felices, durante todo este tiempo, a la ciudad de Arévalo, porqué os tenéis que marchar. ¡Mira es que se me pone el pelo de punta…! y es que es verdad, por donde va pasando en Las Edades, va dejando huella…”. Pues sí Nuria, nos ha dejado huella y profunda, un sentimiento de admiración y cariño, cuando en la inauguración y en alguna ocasión más le pudimos ver acercarse a su obra y comprobar el calor de la gente.
También relacionado con las ‘Edades del Hombre’, la extraordinaria colección de esculturas religiosas que pudimos ver en una iglesia de Alba de Tormes, magnífica muestra de su más representativa obra religiosa que ha recibido más de sesenta y cinco mil visitantes. A mí me pudieron contabilizar tres veces…
Y otro recuerdo que tiene que ver con nosotros, cuando nuestra escultura de San Francisco de Gregorio Fernández viajó a una exposición del centenario celebrada en Ciudad Rodrigo, y nosotros con la escultura, el atractivo cartel era un espléndido dibujo del polifacético maestro Venancio Blanco… ¡cuántos recuerdos… gracias D. Venancio!