POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Veo en la tele “Cultura en 24 horas”, que presenta Antonio Gárate Oronoz, vestido de centauro, medio cuerpo de chaqueta y corbata y el otro medio de vaqueros, sentado en un taburete, con la pierna derecha doblada sobre el estribo y la izquierda estirada hasta el suelo, como un siete; apoya el codo derecho en una barra-mostrador, junto a su portátil abierto, que recuerda la concha del apuntador de teatro; es tan presumido que eclipsa a sus artistas invitados, poco conocidos y entregados al chófer; actúa para dos cámaras, como aquellas del rey Juan Carlos, a las que dirige su sonrisa, su brillante cabeza monda y su mejor perfil, en escorzo y mirando por encima de las gafas que no tiene, y así toma puntería, arquero y diana a la vez; no en vano es director de cine, productor de sus largometrajes, guionista y protagonista; cualquier noche se entrevistará a sí mismo.
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