POR JOSÉ DIONISIO COLINAS LOBATO, CRONISTA OFICIAL DE LA BAÑEZA (LEÓN)
Hace escasos meses salía a la luz el libro titulado “Conrado, corazón y mecenazgo”, editado por la Fundación Conrado Blanco González, en el que participamos un buen número de amigos en respuesta a esa pregunta de: ¿cómo habíamos conocido a Conrado?
En mi modesto trabajo, afirmé que todo fue a raíz de mi estancia hacia el año 1972, como Maestro de Primera Enseñanza, en el pueblecito valdornés de Miñambres. Pues allí, en aquella escuela unitaria rural, en este bello valle que riega el río Duerna, me fue a visitar Conrado para informarse sobre unos trabajos de campo que, junto con mis alumnos, hacíamos los sábados como actividad extraescolar; siempre animados bajo la mirada del inspector de la zona, don Antonio Justel Carracedo, apoyándonos para que participáramos en aquel programa televisivo “Misión Rescate” con este trabajo, que al final no se concluyó por haber habido un cambio de mi destino y la finalización de la escolarización de aquellos alumnos mayores.
Todo vino a comenzar porque los alumnos venían diciendo a la escuela que en las tierras de labor de la cuesta de “San Miguel” habían aparecido monedas y abundaba gran cantidad de cerámica -sigillata-, presentando algunos trozos de ellas, motivos de figuras con animales, ramas y decorativas cenefas, así como algunos muros de piedra enterrados.
Fuente: http://adelantobanezano.com/