POR JOSÉ ANTONIO RAMOS RUBIO, CRONISTA OFICIAL DE TRUJILLO (CÁCERES)
“El aventurero es la contrafigura del viajero, pero tampoco es el prototipo del ciudadano libre. El valor del aventurero habrá que medirlo por el valor del destino al que sus aventuras hayan podido llevarle”
El itinerario es siempre una «línea en el tiempo de una vida», y Alfonso Carrasco se ha marcado un espacio antropológico, organizado en torno a tres «ejes» mutuamente inseparables sin duda, pero disociables; ejes que pasan, respectivamente, o bien por el espacio físico (no sólo geográfico), o bien por el espacio social y humano o bien por el espacio praeterhumano (itinerarios religiosos) en el que habitan los dioses.
Nuestro explorador es un hombre que, saliéndose de los caminos triviales, normales, sigue itinerarios «anormales», no establecidos; y cuando recorre caminos reales, acotados y reglados, no lo hace buscando en ellos la seguridad específica que éstos caminos le ofrecen como itinerario lineal, sino precisamente los sucesos puntuales, eventos o contingencias que siempre podrán salirle al paso en el camino propiamente dicho.
El explorador Alfonso Carrasco, según esto, a diferencia del viajero no se mueve por rutas seguras en las cuales la sorpresa, al menos en lo que al itinerario se refiere, puede quedar eliminada o conjurada, se trata de un verdadero investigador de campo que va anotando en su pequeña libreta todos los sucesos que encuentra a su paso, estudia las tribus, sus costumbres, vive con ellos. Se enfrenta con «viajes con aventuras». Dicho en forma geométrica: porque se enfrenta, acaso porque las busca, con aventuras lineales (aventuras de itinerario) o con aventuras puntuales (aventuras de suceso). Dejemos de lado, por tanto, los itinerarios sin sucesos y los sucesos que puedan tener lugar al margen de cualquier itinerario: éstos, porque ya no serían aventuras; aquellos porque un itinerario, aunque haya cobrado la forma de camino, jamás puede agotar el espacio por el que discurre hasta el punto de que pueda decirse que ya ha quedado descartada la posibilidad de cualquier evento. Y esto sin necesidad de salirse de la red de los caminos efectivos: los cruces de caminos no pertenecen a la estructura interna de cada uno de los caminos que se cruzan y, por consiguiente, cada cruce constituye, en cierto modo, un evento, una contingencia, es decir, la posibilidad de un divertículo capaz de extraviar al que marcha siguiendo una vía en sí misma segura.
Por eso, Alfonso busca el exotismo tribal, podríamos decir que es el último explorador extremeño de nuestro siglo sin equivocarnos, que sigue buscando las raíces de las tribus, de aquellas que aún continúan viviendo en la prehistoria, Alfonso Carrasco es un heredero de los exploradores del siglo XIX cuando comenzó el proceso imperialista en algunos continentes.
Es importante conocer algunos datos biográficos de Alfonso Carrasco para poder adentrarnos en sus experiencias aventureras y científicas.
Nació en Plasencia en 1966, de padres trujillanos. Es un explorador, aventurero y científico de renombrado prestigio que ha recorrido medio mundo, atravesando selvas infranqueables para darnos a conocer las costumbres de las tribus salvajes. Ha vivido con ellos y ha conseguido obtener documentos gráficos y documentales que demuestran la identidad y forma de vida de tribus como los yalis y los korowais.
Es miembro de la Asociación Española de Estudios del Pacífico, miembro de la Fundación Explora, Instructor de espeleología, asesor de la oficina de turismo de la Embajada de Indonesia en Madrid. Actualmente trabaja como representante en España de la empresa Catur, Viajes y Expediciones, Indonesia. Sus investigaciones han sido publicadas en varias revistas nacionales e internacionales como Geo, El País Semanal, El Dominical, Super Foto, Paisajes del Tren. Departamento de Antropología de Smitsonian Institution, Washington EE.UU, Universidad de Udayana, Bali Indonesia. Ha recorrido gran parte de Africa y Asia. Marruecos, Argelia, Mali, Senegal, Guinea Bissau, Guinea Konaky, Costa de Marfil, Nigeria, Camerún, Guinea Ecuatorial, Gabón, Egipto, Arabia Saudí, Kuwait, Turquía, Irán, India, Nepal, Tailandia, Malasia e Indonesia destacando de estos países las expediciones: Expedición Wit Tandow 86, Cueva más profunda de África Marruecos 1986. Tanezrout, De Marruecos a Mali, Travesía del desierto de Tarezrout en Argelia 1986. Trasn Guineas, Travesía en solitario de las tres Guineas en bicicleta de montaña. 1989, 1990. Sarawak Travesía de la selva de Borneo, Malasia 1991. Expedición Trangabonesi, Travesía en bicicleta de montaña de la selva de Gabón 1990. Expedición Mentawais. Islas Mentawai, Sumatra (Indonesia) 1997. Komodo Conservasi Proyect 2000. Censo de población de los dragones de Komodo, Indonesia. 2000. Proyecto Explora Papúa. Proyecto de documentación de las etnias de Papua Occidental (Indonesia) desde 1997 (8 expediciones. Trabajos de documentación en curso como becario de la Fundación Explora desde 1998.
Hemos de destacarlos casi 800 kms. que hizo pedaleando en bicicleta entre Libreville (capital de Gabón) y la ciudad de Franceville en el interior del país. Una travesía por duros caminos de barro rojizo, encajonados en la selva para contemplar y darnos a conocer el exotismo de una tierra salvaje y llena de vida.
Existen pocos lugares donde una persona del siglo XXI tenga el privilegio y la osadía aventurera de visitar zonas prácticamente vírgenes. Este es el caso de Alfonso Carrasco, y sin duda alguna uno de esos lugares que fotografió y publicó fue Papua, al pie de las montañas de la cordillera central de Irian Jaya, territorio occidental de la isla de Nueva Guinea, soportando las inclemencias de un bosque lluvioso, lleno de pantanos, de insectos, relieve escarpado, tierra inhóspita que los nativos llaman “la zona muerta”. Allí viven los nativos korowais que nunca han tenido contacto con europeos. Durante un mes Alfonso Carrasco pateó esta tierra llena de inclemencias para darnos a conocer los aspectos etnológicos de esta misteriosa tribu. Hombres que construyen sus cabañas en los árboles para evitar la amenaza de los espíritus y los animales.
También, en Nueva Guinea habitan los yali, y que también han sido objeto de estudio por parte de Alfonso Carrasco, con los cuales convivió durante días. Los yali forman una tribu temida por sus costumbres caníbales. Adentrarse en la selva en la que vive la tribu conlleva enormes dificultades: profundos cañones, ríos de aguas salvajes, clima lluvioso, cadenas montañosas. Alfonso Carrasco visitó los poblados yalis, habitados por grupos entre 50 y 200 individuos, viven en casas circulares y techo cónico cubierto con hojas de pandanus o cortezas de árboles. Cuando Alfonso entrevistó a un caníbal –al anciano de la tribu llamado Yerek Pajabol “el que transporta al enemigo muerto”- nos ofreció esta escalofriante respuesta: “Cuando capturamos a un enemigo, colocamos su cuerpo vivo colgado de un tronco hasta su muerte. Lo descuartizamos abriéndole las tripas con cuchillos de bambú. Partimos los huesos con hachas de piedra y los pulimos con piedras en el río para confeccionar los machetes. Los sesos y el corazón son las partes más apreciadas. En el festín participa todo el pueblo. Los restos se colocan en la casa sagrada para ahuyentar a los espíritus”. La palabra de un Yali: “No hay mayor honor que comer al enemigo cuando su sangre corre por tus manos”. En estos poblados, los hombres duermen en una cabaña mayor y las mujeres y los niños con los cerdos. Se dedican a la caza que la practican desde niños. Las puntas de sus flechas portan hilos de orquídeas que se introducen en la piel de sus enemigos, provocándoles infecciones mortales.
A su empresa exploradora, aventurera y científica hay que sumar que es autor y Comisario de las exposiciones: Una mirada a los Yalis, Museo Nacional de Antropología de Madrid, 2000. Yalis, Testigos de la Edad de Piedra. deviaje Madrid, 2000. Yalis, Sede de la Asociación Española de Estudios del Pacífico Madrid, 2000. Viaje a la Selva de Papúa Yalis y Korowais. Casas de las Ciencias de Logroño 2001. Viaje a la Selva de Papúa Yalis y Korowais. Haro, Logroño 2001. Yalis y Korowais los Señores de la Selva Vertical. Museo de la Coria Trujillo 2002.
El valor del aventurero hay que medirlo, en efecto, no tanto por sus aventuras cuanto por el valor del destino al que estas aventuras hayan podido llevarle, y el protagonista de nuestro estudio ha demostrado a lo largo de su vida poseer mucho valor.