POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
El profesor y periodista turístico Miguel Ledhesma describe el turismo como los espectros que se generan a partir de la idea y/o de la acción que implica el desplazamiento de las personas a un lugar diferente al de su residencia con propósitos de descanso, diversión y/o contacto con el destino. El turismo se presenta como un fenómeno que contiene líneas económicas, sociales, políticas, artísticas, antropológicas, medioambientales, históricas, geográficas, educativas, psicológicas, comunicativas, etc., involucrando al sector empresarial, al político, sector profesional, a las poblaciones que habitan en el destino turístico y a los turistas.
La marca turística se debe de componer de un nombre, unos símbolos y unos valores que se tratan de asociar a un territorio representando su identidad, con el objetivo de crear un posicionamiento y una visión positiva del destino en la mente de sus públicos. Se deben elaborar de forma consensuada por todos los públicos de un lugar a partir de un plan de marketing y de una estrategia competitiva del territorio. Pero ¿cómo fue en sus orígenes la primera marca turística de Torrevieja? Se lo voy a contar.
El turismo en Torrevieja se remonta a algún tiempo antes de su fundación. El historiador oriolano Josef Montesinos Pérez Martínez de Orumbella, en su obra ‘Compendió Histórico Oriolano’ refiere las primeras noticias conocidas del veraneo en Torrevieja, y escribe: «El nuevo moderno lugar de la Concepcion que hay en esta Torre Vieja, tuvo su principio en los años 1759 y 1760; por varios sujetos de la Ciudad de Orihuela que para su recreo, diversión, y baños de mar, en los meses de Julio, Agosto y Septiembre, comenzaron a fabricar en el varias casas, las mas de ellas de mucho primor, habiendo sido sus primeros fundadores, Dn. Josef Llorens de Rabasco, presbitero Clérigo Penitenciario en la Sta. Carhedral Iglesia; el Dr. Josef Balaguer, Abogado de los reales Consejos, Regidor perpetuo por su Magestad, Cathedratico y Censor Regio de nuestra Universidad Literaria [de Orihuela]; Dn. Agustin Pastor de Regil, Regidor perpetuo; Dña. María Vicente Perez; Dn. Antonio Sanchez de Rufete, Abogado de los Reales Consejos, y Cathedratico de Leyes de nuestra Insigne Universidad [de Orihuela]; Dn. Joaquin Pastor de Peyres, Regidor perpetuo; y otros varios sujetos, assi de Orihuela; (que fueron los mas principales) como de Murcia, Callosa, Almoradí, Guardamar, los Dolores de Pias Fundaciones; y del dicho mismo campo [de las Salinas]; en cuyas casas las tienen para su recreo en el verano; y en lo demás del año las arriendan a los pescadores, por buen precio; y aunque todas las casas son buenas y muy aireadas: sobresale en hermosura, aseo y comodidades las de Dn. Josef Llorens; Dn. Joaquin Pastor; y Dn. Josef Antonio Balaguer de Ferrer, Canonigo Prebendado, llamándoles a las tres, el Escorial de Torre Vieja, por la sumptuosidad de sus obras, costeadas cada una de ellas en mas de dos mil pesos de moneda corriente, en los últimos primores, mira a Mar, salas y alcobas, que se renovaron, y construyeron de nuevo en 1793».
Además de aquellas personas ilustres, hay que incorporar los que venían desde Murcia, Callosa, Catral y otras villas y lugares a bañarse, llegándose a cuantificar más de doscientas personas en la temporada veraniega, por ser su «mar muy limpio, muy tranquilo y muy apacible».
¿Fueron estas construcciones el comienzo del ‘boom de la construcción’? ¿El inicio de la especulación de terrenos y solares?, habría que tenerlo en cuenta, considerando el slogan “El Escorial de Torre Vieja”, por sus circunstancias semejantes al naciente poblado con San Lorenzo del Escorial; real sitio cercano a Madrid administrado directamente por el prior del monasterio hasta esa misma época -ya bien entrado el siglo XVIII- que fue cuando el monarca Carlos III impuso un nuevo marco territorial y administrativo a los territorios de realengo de El Escorial.
La edificación de casas en El Escorial, que estaba expresamente prohibida en los aledaños del Monasterio, fue el origen de una disputa, que enfrentó a las autoridades municipales del poblado madrileño, que promovían modificar la norma, y a las atribuciones monacales, que pretendían mantenerla. Las frecuentes visitas de la Familia Real al Sitio, habían provocaron un incremento de la demanda de suelo, principalmente por parte de los funcionarios públicos, al servicio de la Casa Real, aumentando con ello el valor de los terrenos.
La resolución del conflicto llegó de manos del propio monarca, que el 3 de mayo de 1767 autorizando la construcción de viviendas junto a la Lonja del Monasterio, en lo que constituye el núcleo fundacional de San Lorenzo de El Escorial e iniciando un proceso que culminó con la emancipación de este pueblo, San Lorenzo del Escorial, con respecto a El Escorial. El desarrollo de este nuevo caserío fue muy veloz, hasta el punto de contabilizarse más de mil vecinos a los pocos años de la decisión adoptada por Carlos III.
Ésta resultó clave para la configuración municipio de San Lorenzo de El Escorial, ya que pasaron a manos privadas prácticamente todas las fincas del Real Sitio, excepto la herrería y las tierras que rodeaban al monasterio y a las Casitas del Príncipe y del Infante.
Algo parecido pasó en Torrevieja, también en tiempos de Carlos III, pasando muchos terrenos de la Corona a manos de especuladores rentistas, exceptuando unas pocas propiedades que siguieron en mano de la Corona: la laguna grande, la Era de la Sal, un horno de cocer pan y las viviendas de pocos dependientes de las salinas.
El crecimiento de Torrevieja fue vertiginoso, se pasó de seis familias a mediados del XVIII, a 770 habitantes que tenía en el año 1800.
Entre los especuladores del Antiguo Régimen era conocido el cercano levantamiento del poblado de Torrevieja y el traslado, por mandato de Carlos IV, por Real Orden de 21 de octubre 1802, de las dependencias salineras desde las Reales Salinas de La Mata a la nueva población de Torrevieja, con el trazado de su plano urbano en 1803.
Fuente: http://www.laverdad.es/