EL HISTORIADOR Y CRONISTA OFICIAL DE VALDETORRES DEL JARAMA, MARTÍN TURRADO VIDAL IMPARTE EN EL INSTITUTO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DEL SUR DE MADRID LA PENÚLTIMA DE LAS CONFERENCIAS DEL CICLO ACADÉMICO 2015/16.
May 27 2016

TURRADO DESCRIBIÓ EN UNA “EXCEPCIONAL” CHARLA-COLOQUIO CON LOS ASISTENTES A “JUAN MELÉNDEZ VALDÉS Y EL NACIMIENTO DE LA LITERATURA DE SUCESOS” A RAÍZ DEL ASESINATO EN MADRID DE UN CONOCIDO INDUSTRIAL

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Martín Turrado en el salón de actos del Instituto de Estudios Históricos del Sur de Madrid (CC Buero Vallejo de Alcorcón) habló del “Nacimiento de la literatura de sucesos en España” y puede que en Europa, que llega a través del escritor, y académico Juan Meléndez Valdés.

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Para Turrado “Todos sabemos que el origen de la novela policíaca se encuentra en el cuento de Edgar Allan Poe, “Los crímenes de la calle Morgue”, publicado en 1841 en un contexto netamente romántico.

Pero su nacimiento no se produjo de forma repentina: fue fruto de la evolución de un género literario, la literatura de sucesos, que abracaba un amplio espectro. Vamos a dar una ligera idea de su cultivo en España, que no fue sino un reflejo de lo que ocurría en Europa y del papel que jugaron en estos unas intervenciones del escritor Juan Meléndez Valdés con motivo de dos casos ocurridos en Madrid en 1797 y 1798.

Hubo dos intervenciones memorables del jurista y Académico Meléndez Valdés que motivaron la recogida de esas piezas jurídicas en los “Discursos forenses”. Se trata de la acusación fiscal “contra Santiago de N. y María Vicenta de F., reos de parricidio alevoso de don Francisco de Castillo, marido de la Doña María Vicenta” pronunciada el día 28 de marzo de 1798 en la sala segunda de los Alcaldes de Corte. Un crimen por encargo: la esposa se valió de un primo suyo que era su amante para matar a su marido.

La otra, de fecha 21 de mayo de ese mismo año, en el juicio por robo contra Manuel G., acusado de robar joyas y diamantes y perlas de la Virgen de la Almudena por el “modus operandi” conocido en el argot policial como el “encalomo”.

Ambos casos, por curioso que pueda parecer, se complementan y sirven para mostrarnos las facetas humana e intelectual de nuestro poeta. En el primer alegato recorrió toda nuestra legislación histórica para incidir en aquellas circunstancias que lo agravaban y lo hacían especialmente repelente ante la opinión pública.

En el segundo, por el contrario, lo hizo a través de las circunstancias atenuantes para impedir que se impusiera al reo la máxima pena –la de muerte-. La dimensión intelectual se puso de manifiesto porque en los dos alegatos se encuentran influencias de los mayores penalistas y filósofos del siglo XVIII: Beccaria, Pestalozzi, Locke, Rousseau.

El primero de ellos tuvo una gran repercusión

La opinión pública todavía no estaba demasiado acostumbrada a que se cometieran crímenes por encargo en una sociedad patriarcal y cerrada. Era inaudito que una mujer encargara a otro la muerte de su marido. Años después el crimen de la calle la Justa (28 de julio de 1861), en que el marido encargó a otros el asesinato de su mujer demostró que la sociedad madrileña seguía pensando de una forma parecida.

El morbo del caso y el enorme impacto causado por el alegato en el juicio por Meléndez Valdés hicieron que corrieran copias más o menos fiables incluso impresas no solamente por Madrid sino también por muchas más ciudades. Esto motivó que después de la muerte del autor se ofreciera al público, que continuaba demandando el texto del alegato, una versión conservada entre sus papeles y se publicara en los Discursos forenses en 1821. Después, en 1838 se incluiría en la colección de causas más célebres en el Tomo I dedicado al foro español en primer lugar.

El segundo alegato en importancia tuvo mucha menosrepercusión, aunque su lectura no resulte hoy menos interesante. Más arriba lo hemos citado como ejemplo de cómo Meléndez Valdés propugnaba, siempre que tenía ocasión, la adecuación de las penas a la gravedad de los delitos y a las circunstancias atenuantes que pudiera rodear su comisión.

En el caso del robo de las joyas de la Virgen fueron la confesión espontánea del reo; la devolución de la mayor parte de las joyas robadas y el arrepentimiento demostrado al colaborar con el Alcalde de Quartel, el equivalente al Juez de Primera Instancia, que llevó a cabo la investigación. Por todo ello creía que la aplicación en este caso concreto de la pena de muerte por garrote resultaba a todas luces “excesiva y hasta monstruosa”.

Los alegatos a la novela policíaca

Así fue como se preparó el terreno para dar paso a la novela policíaca: la literatura de sucesos, pero, especialmente, la publicación de los alegatos, había suscitado un enorme interés por estos temas, que tenían más aceptación cuanto más truculentos y misteriosos resultaran. En este último punto, el de los alegatos fiscales, resultó determinante en la España del XIX la figura de Don Juan Meléndez Valdés.

En ellos el crimen se daba resuelto y se tomaba el esclarecimiento del delito como punto de partida. Este tipo de literatura relacionada con asuntos judiciales existió también en Inglaterra y en Estados Unidos, hasta el punto que parte de ella fue traducida al español y publicada en España y en Méjico.

Pero de ahí a invertir el orden y describir primero cómo se llegaba al esclarecimiento del crimen a través de una investigación policial o detectivesca solamente había un paso: justamente fue el que dio Edgar Allan Poe a partir de la literatura de sucesos en inglés.

Él partió de la investigación de un crimen para llegar a saber quién era el autor. El esclarecimiento se producía siempre basándose en la reconstrucción de los hechos: desde la mera narración se llegaba a saber quien había sido el autor.

Lo más importante en esta primera fase de la novela policíaca era fijar y definir muy bien los hechos, porque en ello iba implicado el final correcto de la investigación. De esta forma se llegaba, tras un largo recorrido investigador a una narración de los hechos exactamente igual a la que hacían los fiscales en sus alegatos como punto de partida.

Es precisamente esa inversión de los puntos de partida lo que haría posible que un autor actual partiendo de los hechos relatados por Juan Meléndez Valdés pudiera escribir sendas novelas policíacas. A buen seguro que tanto en el caso del robo de las joyas de la Virgen de la Almudena como en el del asesinato por encargo de Francisco de Castillo podían resultar obras muy interesantes.

Conclusión

Sería un disparate pensar que la obra de Juan Meléndez Valdés influyó lo más mínimo en la de Edgar Allan Poe. No ese esta la conclusión a que se quisiera llegar en este artículo, que como mínimo sería errónea. Se ha intentado llevar al lector a hacer un recorrido breve por la literatura de sucesos para hacerle ver que el paso desde ella a la novela policíaca fue algo normal en la evolución de la literatura.

Hemos intentado dar una visión panorámica de ella en España, porque creemos que es algo interesante para todos. Y es en este momento y en este punto donde cobra su importancia las acusaciones fiscales de Meléndez Valdés, porque están en la base para producir obras originales y traducir otras similares francesas e inglesas.

Dentro de este punto de vista se muestra como crucial el asesinato de Francisco de Castillo y la intervención de Juan Meléndez en el juicio. La fama adquirida por su acusación fiscal y la presión para que fuera publicada originó un aluvión de literatura se llamasen Anales dramáticos del crimen o colección de causas célebres.

Fue una consecuencia indeseada de esa intervención. La repercusión de un hecho ocurrido en Madrid transcendió con mucho a su misma importancia.

La tradición judicial inglesa, trasplantada a Norteamérica hizo más fácil el transito desde estos alegatos judiciales a la novela policíaca, pero tuvo que ser alguien dotado de mucho talento literario quien lo descubriera. Este el mérito de Edgar Allan Poe.

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