POR ANTONIO LUIS GALIANO, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA

Salvo que los jóvenes tengan curiosidad y acudan a algún museo etnográfico, sería extraño que supieran o identificaran este artilugio que se empleaba hasta hace bien poco en el siglo XX, para alumbrar. Su funcionamiento era bien sencillo: constaba de un pequeño recipiente en el que se depositaba aceite y una mecha de algodón que la impregnaba, y que al hacerla arder, facilitaba la iluminación. Son muchos los objetos pertenecientes a la vida cotidiana que han quedado en desuso como la zafa, la tinaja, y el orinal para adultos, también llamado como “el jarrico de mear”, y que se instalaba debajo de la cama o en la mesilla de noche.

Pero, “El candil”, tal vez porque con este título se quiso alumbrar a la ciudad de Orihuela por un grupo de jóvenes, fue una publicación efímera que se editó hace cincuenta años, dando a la luz sólo dos ejemplares. Uno, como número cero, el 19 de febrero de 1966, y el segundo, el 15 de marzo de ese mismo año, con el número uno, el cual iba dedicado a nuestra ciudad, en estos términos: “A ti, huerta feraz. A ti, milagro histórico. A ti, bella Orcelis con nuestros mejores deseos de prosperidad”. El primero de estos números, estaba dirigido `por Antonio Bernabé Pertusa, teniendo su sede social en la Oficina de Información y Turismo, que se encontraba ubicada en la Glorieta de Gabriel Miró, en un pabellón de dimensiones reducidas, que fue fabricado para una de las ferias exposición de fibras agro textiles, a fin de alojar a una entidad bancaria. El número cero fue impreso en la Imprenta Oratorio, constando de diez páginas.

La aparición de esta publicación no fue del todo bien acogida por algunos sectores sociales ciudadanos, y de hecho tuvieron dificultad para dar salida a los ejemplares del número cero, siendo secuestrado por la autoridad competente, quedando con deudas. Pero ello no fue óbice para que en el siguiente se aumentaran las páginas y las colaboraciones, poniéndolo a la venta a cinco pesetas. Sin embargo, en la entrevista que se le efectuó por R. (Roberto) Moñino y G. Ortuño (Francisco García Ortuño) al alcalde Luis Cartagena Soriano, éste consideraba que no sólo era conveniente, sino necesaria la creación de una revista literaria en la ciudad. De igual forma se manifestaban el zapatero Rafael Merino Martínez, el rector del Seminario José Carlos Sampedro Forner, la bibliotecaria Inocenta González Palencia, el director del Colegio Santo Domingo Alejo García Sánchez, el dependiente Antonio Quirós García y el vicerrector del Seminario Antonio Martí Serrano.

Efectivamente era necesaria esta publicación para cubrir la inquietud de muchos jóvenes que veían en ello, la posibilidad de satisfacer, ya no solo su vocación literaria, sino también, la búsqueda de la mejora de Orihuela. Yo tenía 19 años, y veía en ello, la posibilidad de incorporarme a un grupo de jóvenes que tenían puestos sus ojos en las letras, bien como creadores o con labores puramente periodísticas. Sin embargo, el número dos, no llegó a salir, y mi artículo titulado “Consigna” sobre la situación laboral y empresarial en esos momentos, que podrían solucionarse con las fuentes de riqueza que se disponía. Lo cierto, es que este artículo quedó sin publicar y guardado entre mis papeles de entonces, que aún conservo.

Siempre pensé que su corta vida fue debida a la crítica de algunas instituciones como la que se publicó sobre el Casino Orcelitano y las actividades culturales que realizaba. Tal vez, injustas, pero mal vistas en el artículo “Solo para ricos” firmado por el director, si tenemos en cuenta que se habían efectuado conferencias dictadas por Manuel Lozano Sevilla, Díaz Cañavate, Álvaro de la Iglesia, así como tenían programada una exposición de Pérezgil, y la celebración de la III Fiesta del Azahar, que había sido instituida por su Junta Directiva el 15 de febrero de 1964. En este artículo, se deslizaban frases como ésta: “Pagado por los ricos, es propaganda del rico. ¿Su utilidad?: que fastidia al obrero”.

Otras críticas tenían carácter constructivo, así en la sección “En el Café de 3 a 5”, en el número cero, se decía: “Sería posible que en un futuro próximo estuviera el agua del Taibilla en todos los barrios de Orihuela”. “Mantenga limpia Orihuela: ¿Y las papelera?”. “Por la calle Mayor pasan los servicios de limpieza. ¿Por qué lo paga el río”. Ni que decir tiene que en esta última frase se denunciaba la fea costumbre de los vecinos cuyas casas lindaban con el cauce del Segura, algunos de los cuales tenían la mala costumbre de arrojar las basuras al río. Pero, al margen de estas críticas, dentro de una línea periodística, se dio oportunidad a la creación poética, y allí en ese número cero, encontramos dos poemas de S.LL.G. (Santiago Lloret Gambín), así como otros artículos de creación de J.A. Morenos, A.G., y M. Moreno, este último con una narración con el título “El patito blanco” en la que intuimos una crítica social, que terminaba diciendo: “Un día, cuando el patito blanco trabajaba en hacer la vida más agradable en el lugar, se le acercaron las ratas cautelosamente y se lo comieron”.

Este número se completó con una entrevista a Joaquín Ezcurra Alonso, sobre las actividades culturales que se realizaban en Orihuela, en la que se hacía referencia al cese de actividad de la emisora R.E.M. nº 24 Radio Orihuela. Además no quedaron fuera los anuncios de establecimientos comerciales, ni la programación del Cine Casablanca, que como una premonición programaba para el miércoles día 23 de febrero, “Marcha o muere”.

“El Candil”, marchó una vez más, de cuyo número ya hablaremos, y tras él, murió.

Fuente: http://www.laverdad.es/