POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD
Desde antiguo, el Puerto de Torrevieja se convirtió en una necesidad apremiante: la flota mercantil y pesquera crecía estableciéndose como el motor económico de la ciudad, al facilitar el comercio marítimo de la sal, pero en la actualidad es una dársena con una clara vocación turístico-recreativa. El espectacular paseo que recorre el Dique de Levante permite realizar bellos y tranquilos paseos «sobre el mar», mientras que sus tres puertos deportivos ofrecen una de las mayores ofertas de turismo náutico de la Comunidad Valenciana.
El litoral de Torrevieja es muy extenso, en el que se puede encontrar multitud de playas y calas en las que refrescarte y relajarte, zonas tranquilas para disfrutar de un buen baño.
La historia de Torrevieja y su alzamiento como ciudad comienza en el año 1320. En esta época, y bajo el reinado de Jaime II, se reconstruye la Torre de la Mata y la Torre de Cabo Cerver, conocida popularmente como Torre del Moro. La finalidad de estas torres era servir de resguardo a un destacamento que vigilaba la costa en prevención de posibles ataques de corsarios o de piratas berberiscos.
El nombre de este asentamiento lo recibe por la torre de vigilancia marítima que se situaba en el hoy centro de la ciudad, hoy todavía se mantiene una en el mirador de la Torre del Moro, en la punta del Cabo Cervera.
El traslado de la administración de las Reales Salinas hasta Torrevieja representa el inicio de la historia de este pueblo. Se marca este inicio por el desarrollo poblacional, vinculado a actividades como la pesca y la explotación salinera, que se mantiene todavía hasta nuestros días.
Torrevieja es una ciudad nueva, nacida, como efectivamente sugiere su nombre, alrededor de la torre de vigía que dominaba su hoy puerto. El asentamiento primitivo, en el año 1750, se inició con cinco familias que vivían de la pesca. Después pasó a ser un pueblecito de pescadores y de trabajadores de la explotación salinera de su laguna.
Sintetizar la historia de Torrevieja es complicado, y como datos que marcaron un punto y aparte no podemos olvidar el brutal terremoto que asoló Torrevieja el 21 de marzo de 1829, y que obligó a la reconstrucción por completo de toda la localidad, que fue llevado a cabo por el ingeniero militar José Agustín de Larramendi, recuperándose del fatal terremoto gracias a una subscripción popular de ayuda a los damnificados. Se levantó la nueva población con casas de planta baja distribuidas en calles rectas y anchas, para evitar desgracias parecidas a las de aquel fatídico seísmo. Una vez reedificada comenzó a recuperarse gracias a la actividad comercial centrada en su puerto dedicado desde un principio al embarque de sal para todo el mundo.
La iglesia de la Inmaculada Concepción, construida a finales del siglo XIX, preside una magnífica plaza ajardinada, centro histórico de la ciudad.
Hasta 1953, el término de Torrevieja se reducía al núcleo urbano, pero aquel año se le añadió una parte del extenso término de Orihuela. En la actualidad, y principalmente durante el verano, Torrevieja es la localidad más poblada de la comarca del Bajo Segura.
Las salinas de Torrevieja, ocupan en nuestros días una superficie superior a las dos mil hectáreas que forman el parque natural de las lagunas de Torrevieja y La Mata. Son dos lagunas unidas por un canal construido en 1928. La Mata, más pequeña, es el calentador, donde el sol hace su trabajo, y la de Torrevieja es el concentrador, de donde se extrae la sal, antes marina y ahora vertida en forma de salmuera desde el diapiro de Pinoso y, que una vez extraída de su fondo forma montañas blancas inmensas. En las lagunas se forman unas originales piezas artesanales formadas por una estructura que la sal y el tiempo convierten lentamente en obras de arte: los barcos de sal.
Pero la sal, antes de origen marino, no es el único producto que Torrevieja ha extraía u obtiene del mar. También la pesca es una actividad lucrativa para las pocas familias que se dedican a ella. Del Mediterráneo sacan, los restaurantes de la ciudad, los elementos básicos de los platos típicos. Además el mar proporciona salud y bienestar, gracias a las propiedades terapéuticas del agua, recomendada contra las enfermedades cardiacas, reumáticas y respiratorias.
Las habaneras, de resonancias antillanas y ritmo indolente, fueron verdaderamente populares durante unos años, especialmente en las tabernas de los puertos mediterráneos. Hoy en día, cuando los viajes a Cuba en barcos veleros cargados de sal son solo un recuerdo o, quizás, una añoranza, Torrevieja rememora cada verano aquellos tiempos melancólicos con el Certamen Internacional de Habaneras y Polifonía, declarado de Interés Turístico Internacional, que se celebra a orillas del mar en las Eras de la Sal. Coros de todo el mundo interpretan, entre otros, la conocida tonadilla que asegura que Torrevieja es “un espejo donde Cuba se mira”.
Las Eras de Sal son las antiguas dependencias salineras, situadas junto a donde estuvo la antigua torre que da nombre a la ciudad. Desde 1776 y hasta la terminación de las obras del actual dique de poniente, a finales de los años cincuenta del pasado siglo, los salineros cargaban sus barcazas de sal y las trasportaban hasta los barcos anclados en su bahía. El Conjunto Histórico Monumental de las Eras de la Sal recoge gran parte de la historia torrevejense. Nada más entrar se observa el apego local a este recinto, con una plaza dedicada a todos los salineros que trabajaron en las instalaciones por aquellos tiempos. Este conjunto está formado por muelles y embarcaderos que a finales del siglo XVIII se configuraron como el sistema de acopio, embarque y carga de la sal de la explotación salinera local. En 1997 se procedió a su restauración, destacando la reconstrucción de la estructura de madera que existía, el caballete de carga y la tova para el vertido de sal a las barcazas.
Como lugar turístico y veraniego se tienen noticas del gran número de visitantes de Murcia y la Vega Baja del río Segura que ya elegían Torrevieja para pasar la temporada estival a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Aumentó el número de veraneantes con la construcción, en 1884, de la línea de ferrocarril que mantenía el trazado entre Torrevieja y Albatera, enlazando luego en Alicante con el ferrocarril procedente de la estación de Atocha de Madrid, lo que supuso la afluencia de los primeros madrileños a estas playas.
La estación de ferrocarril de Torrevieja, actualmente en desuso está convertida en un parque público, reutilizado parte del camino de las antiguas vías como vía verde. Sus diferentes edificios han sido aprovechados para diferentes usos: Sala de Exposiciones, Mueso de la Habanera y Centro de Interpretación de la Industria Salinera. En las inmediaciones del parque de La Estación se encuentra el Monumento al Salinero, junto al canal del Acequión, realizado en 1482 con el fin de comunicar el mar y la laguna de Torrevieja. Destaca dentro de su cauce un puente de sillería del siglo XV.
El Casino es uno de los edificios más representativos de la ciudad y recoge la sede de la Sociedad Cultural Casino de Torrevieja, fundada el 1 de febrero de 1867. Fue construido en el año 1896 y en su interior se puede admirar un salón principal con un magnífico artesonado, una sala de estilo neo-nazarí y el salón denominado ‘Generación del 98’. Su estética se encuentra dentro del denominado ‘fin de siglo’, por ser muy utilizada a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Durante la Guerra Civil española el edificio fue utilizado como cuartel del ejército.
Torrevieja es hoy día una ciudad turística, con una buena infraestructura hotelera con apartamentos y con numerosas instalaciones que facilitan el disfrute del ocio. El turismo residencial, que ocupa casi el cincuenta por ciento de la población activa, es la nueva riqueza de una ciudad en expansión que obtuvo este título en el año 1931.
Torrevieja hoy es una gran población con 103.000 habitantes empadronados, unos 200.000 residentes que alcanzan medio millón en la temporada estival.
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Fuente Revista JUVICAM nº 172, junio-julio 2016