POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA

Quizá porque estudió Historia del Arte, el cantaor Julián Pérez Páez tiene sobre las tablas arte para dar y tomar. Porque este murciano, apasionado del flamenco, ya atesora en su trayectoria numerosos éxitos en infinidad de actuaciones por toda España. En su opinión, el flamenco no es un arte aparte, sino una gran demostración cultural, única en el mundo y cuya conservación la convirtió en un símbolo del país. Símbolo que él también enseña como profesor de cante y del que aprende mientras concluye un máster.

Si yo le cantara: «Tirititran, tran tran…», ¿qué me respondería usted?

Parece ser que Ignacio Espeleta un día se quedó en blanco y salió por ahí, y ahora casi todo el mundo lo reproduce. El ‘tirititran’ de las alegrías es un ejemplo de que no hay que temer equivocarse, de que de los errores también se puede hacer virtud.

¿Y si le canto «Minero ‘pa’ qué trabajas, si ‘pa’ ti no es el producto…?

El flamenco fue un elemento de denuncia social, de las condiciones del trabajo y de la mísera explotación del hombre por el hombre, también de rebeldía. Hoy ya no lo es. Los intereses y conciencias de los ‘artistas’ son más privados; no interesa tanto lo colectivo.

¿Por qué los cantes de Levante son tan serios? ¿A nadie se le ocurrió palos más festeros?

El exceso de seriedad a veces produce risa, pero si tratan sobre el sufrimiento del trabajo en la mina o de la fatalidad del destino toca ponerse serio, pero sin afectación y sin aburrir. Enseguida se te pasa. No son estilos festivos ni populares, sino de representación escénica.

¿Hay que licenciarse en Historia del Arte, como hizo usted, para tener un arte que no se puede aguantar sobre las tablas?

La comprensión de la Historia del Arte me ayuda a tener una visión periférica y a situar el flamenco históricamente, estableciendo su relación con el conjunto de las artes, porque el flamenco no es un arte aparte, ni ha de ser hermético, es una manifestación cultural más.

Ha puesto voz a los poemas de Miguel Hernández, ¿cuál es su experiencia en este proyecto?

El hecho de aproximarnos a los buenos artistas o poetas siempre revierte un enriquecimiento para la sensibilidad y el intelecto. El trabajo con Banda Inaudita sobre Miguel Hernández es un honesto ejercicio de convivencia, respeto y sensibilidad que evita los tópicos.

Después de cientos de actuaciones y participaciones en ciclos y festivales, ¿recuerda alguno con especial emoción?

Intento que cada encuentro con el público sea único y diferente, no me gusta el concepto ‘bolo’, prefiero arriesgar. Las presentaciones de proyectos nuevos tienen una especial emoción porque nunca sabes la aceptación del público o cómo van a salir las cosas.

Ha sido profesor de cante flamenco, ¿tenemos los murcianos dotes?

En la Región hay mucho talento desaprovechado, o taponado. Con pasión y trabajo se pueden conseguir logros, o al menos aproximarse. Pero el desarrollo del talento no se produce si no hay medios materiales para desarrollar una actividad profesional.

¿Y qué me dice de la murciana, aquel estilo remoto que cantaba ‘El Cojo’ de Málaga? ¿Es cierto que puede considerarse la matriz de la cartagenera?

Pues puede que la murciana sea una taranta de Linares, según Valderrama y Gabriel Moreno. ‘El Cojo’ lo etiquetó así con intención de fijarla, pero las etiquetas en el arte son peligrosas, sumarias, a veces imprecisas e incluso febriles. ¿Oralidad o ciencia?

¿Qué proyectos lleva entre manos?

No sé si dará mala suerte hablar de proyectos, pero sé que sin idea no hay proyecto, y sin proyecto no hay obra. Investigar, escribir, componer, cantar, imaginar y proyectar… vivir con dignidad en libertad, en la tolerancia y en el respeto a la diversidad.

Fuente: http://www.laverdad.es/