POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
No voy al fútbol desde hace muchos años, me lo quitó el psiquiatra; sólo tolero al Praviano, a la asturiana Ille del Río, la mejor del Barcelona, y para de contar; pero me interesa la marcha del Real Oviedo y me alegra cómo, ¡híjole!, desde que entró el peso mexicano (o sea el dólar), afición, socios, peñas, Ayuntamiento, Patrimonio, entidades financieras, Acuartelamiento Cabo Noval, medios informativos, el arzobispado y hasta la Santina están a partir un piñón; quizá algo menos los pobres futbolistas. El caso es que los azules se desinflaron al final de la temporada, la directiva largó al entrenador y lo sustituyen con un madridista de renombre y alto, a quien darán mando en plaza; es decir, llega con más prerrogativas que el anterior. Pero me asombra esa paciencia de every body, que le den cuatro años para ascender a primera, que le permitan fracasar hasta 2020.
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