EL PERIODISTA Y ESCRITOR BERNARDO VÁZQUEZ GIL FALLECE A LOS 89 AÑOS. ERA UN HOMBRE POLIFACÉTICO DE INTENSA TRAYECTORIA EN MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Lo sabía casi todo de la historia de su localidad de adopción, pero sus ansias de conocimiento tenían carácter renacentista y no se paraban en seco en alto de Puxeiros ni en el horizonte da las puestas de sol detrás de las islas Cíes. El saber, y la palabra, eran los motores de su vida, una vida plagada de experiencias que ayer se apagó en Vigo, rodeado de sus seres queridos. Entre ellos, su esposa, Celia García, y sus hijos, Celia, María del Mar y Bernardo.
Bernardo (Lalo, como todos lo llamaban) o Gorecho, tomando el nombre de un personaje creado por él en su trayectoria como humorista gráfico (como recordaba en una crónica otra gran pluma, la que sustentaba Xosé F. Armesto Faginas), era poseedor de una biografía extensa, plural y variada en la que cabían muchas facetas. Por ejemplo, la de maestro nacional, licenciado en Educación Física o el Ciencias de la Información. O también, la de jefe de prensa del Concello de Vigo, plaza que ganó en 1978, año en el que el ayuntamiento convocó ese puesto, uno más en su larga trayectoria en medios de comunicación, tanto en prensa como en la radio. En la plantilla consistorial se jubiló al frente del Archivo Municipal, pero nunca se apartó de ese mundo, del estudio de los papeles antiguos y las historias que contienen, para rescatarlas del olvido y contarlas.
Como hombre de letras también desarrolló una destacada carrera como poeta, aunque también escribió teatro y hasta una novela en la que recreaba las aventuras de Don Quijote en Galicia. «No entiendo a Clío como una musa pesada y con bigote. Al contrario, creo que hay que hacerla amena», declaraba hace unos años en La Voz de Galicia tras la presentación de una de sus obras, en aquel caso, sobre la villa de Bouzas en el centenario de su anexón a Vigo.
Además de publicar numerosos libros sobre la historia local, Vázquez Gil también desempeñó puestos que lo vincularon estrechamente con ella, como la etapa en la que fue director del Museo de Castrelos Quiñones de León. Para saber de arte tampoco tocaba de oído, ya que era un gran dibujante y experto grabador y escultor. Su carácter le llevaba a la creación constante y sin descanso. Los que le conocieron bien le recuerdan siempre con un lápiz en la mano, garabateando alguna caricatura o escribiendo un verso.
El cronista será despedido hoy a las 12 del mediodía en un acto litúrgico que tendrá lugar en la capilla del tanatorio de Pereiró. Lalo Vázquez Gil ya forma parte de la historia de la ciudad que amó. Alguien tendrá que contarlo.
Fuente: http://www.lavozdegalicia.es/ – B. R. Sotelino