POR MIGUEL GALLEGO ZAPATA, CRONISTA OFICIAL DE SAN JAVIER (MURCIA)
Cuando sentado y con la mayor impaciencia presenciaba en la televisión los prolegómenos del partido entre las selecciones nacionales de Brasil y de España y contemplé con el ardor y la ilusión que los jugadores del equipo brasileño cantaban su himno nacional y después a los jugadores de la selección española, con esa pusilanimidad, cuando sonaban los acordes de nuestro himno nacional, totalmente avergonzado, una vez más, me dije, así no se puede encarar un partido de esta índole y me dispuse a irme a la cama, mi cuidadora, que había sido testigo de la ilusión con que me disponía a presenciar el acontecimiento, al comprobar mi decisión, la mar de preocupada, me preguntó que si me encontraba indispuesto, si me dolía algo, le contesté que sí, que me dolía España.
No me extrañó cuando al día siguiente me enteré de la vergonzosa derrota.
Yo creo que a nuestros jugadores, más que animarles los sonidos de nuestro himno, al encontrarse en una situación tan embarazosa respecto al contrario, acaban deprimidos.
Dicen los deportistas que el momento más importante es cuando suena el himno de tu patria.
Anda por ahí, yo la tengo recortada, una foto de Nadal, con los ojos humedecidos, cuando escucha el himno nacional después de su victoria, que reverdece tus más íntimos sentimientos.
No sé quiénes serán los culpables que los españoles no tengamos letra en nuestro himno, para ellos mi repudio y el más olímpico de los desprecios.
No digo nada de los que se dedican a sembrar odio a España y hasta queman nuestras banderas, importándoles un pito que a muchos nos duela el alma cuando contemplamos tan desagradable espectáculo, bueno, quizás lo hacen para eso.
Cuando oigo las marchas, interpretadas por esas Bandas Militares y mi corazón se engrandece de amor a España, pienso en los que les importa un rábano todas estas cosas, ¡ellos se lo pierden!
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