IDENTIFICAN UN GRAN BUSTO DEL CIENTÍFICO QUE LLEVA 81 AÑOS EN DEPÓSITOS MUNICIPALES DE CARTAGENA: EL ROSTRO DE JIMÉNEZ DE LA ESPADA
Jul 07 2016

EL ARQUEÓLOGO DIEGO ORTIZ Y EL CRONISTA MUNICIPAL LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN PRESENTAN LA ESTATUA QUE LORENZO COULLANT-VALERA ESCULPIÓ EN 1928

Un empleado municipal coloca el busto instantes antes de su presentación en el almacén. / J. M. Rodríguez / AGM
Un empleado municipal coloca el busto instantes antes de su presentación en el almacén. / J. M. Rodríguez / AGM

El naturalista cartagenero Marcos Jiménez de la Espada tendrá algo más que una calle que le recuerde en la ciudad que le vio nacer. Ayer se completó la identificación de un busto de gran tamaño y delicada factura que lleva ocho décadas en el almacén municipal. Esto brinda la oportunidad de recuperar su memoria casi 120 años después de su muerte. La escultura tiene «un gran valor histórico y artístico», según el arqueólogo Diego Ortiz y el historiador y cronista oficial Luis Miguel Pérez Adán. Ayer, ambos participaron en su presentación, junto al alcalde, José López.

La efigie es una obra en piedra maciza del escultor Lorenzo Coullaut-Valera, «que tiene en su haber otras muy famosas como la de Cervantes que preside la Plaza de España de Madrid. La de Jiménez de la Espada fue realizada en 1928», dijo Diego Ortiz. Es decir, treinta años después de su muerte.

Jiménez de la Espada (1831-1898) fue uno de los científicos españoles más importante del siglo XIX. Zoólogo, explorador y escritor, es tenido como una de las mayores figuras públicas que ha dado Cartagena. Fue conocido por participar en la Comisión Científica del Pacífico, la mayor que pudo realizar España en América después de perder casi todas sus colonias en este continente.

La huella que dejó para la posteridad queda clara solo con mencionar que a la financiación de la estatua contribuyeron el político Antonio Maura, el duque de Alba y el duque de Medinacelli. También varios presidentes de academias científicas de rango nacional. La estatua «llegó a estar expuesta al menos en dos sitios en Madrid: el Museo de Ciencias Naturales y el Jardín Botánico. Hasta que en 1935, una serie de gestiones lideradas por el que era alcalde de Cartagena, Eduardo Boned, permitieron traer la estatua a la ciudad», relató Pérez Adán.

Tomado por Pablo Iglesias

El objetivo de exponer esta obra como un monumento en algún lugar relevante se truncó hace más de ocho décadas, por el inicio de la Guerra Civil. Con las hostilidades en marcha, la obra de Coullaut-Valera fue almacenada junto con otros muchos enseres de titularidad municipal. Desde entonces, han pasado 81 años, durante los que ha permanecido oculta para el gran público.

La memoria de su existencia se perdió, hasta tal punto, que nadie reparó en su valor en ninguno de los traslados y movimientos posteriores que sufrió el patrimonio municipal almacenado.

Diego Ortiz llevaba tiempo tras la pista de esta obra, con el convencimiento de que el retratado era Jiménez de la Espada. «Todo es fruto de una obra inédita sobre eso y de que recientemente, en una investigación para otro trabajo, me encuentro con esta obra de Coullaut-Valera», explicó el arqueólogo. Pérez Adán le ayudó a confirmar esta circunstancia gracias a las pesquisas en cientos de documentos del Archivo Municipal. Entre ellos destaca un reportaje de ‘La Verdad’ publicado el 16 de junio de 1995, que localizaba la escultura en un rincón del antiguo almacén de La Algodonera, en el edificio contiguo al que entonces era sede del Parque de Bomberos y de la Policía Local, en la calle Ramón y Cajal. Los archiveros advirtieron del parentesco de la efigie con el presidente fundador del PSOE, Pablo Iglesias. «Es que realmente se parecían bastante, pero ha quedado claro que no es él», aseveró Pérez Adán.

Desperfectos y restauración

El busto, de alrededor de un metro de alto y considerable peso, presenta varios desperfectos en su estructura. A la cara le falta gran parte de la nariz, La protuberancia de la ceja izquierda ha desparecido casi por completo y hay un fragmento de cabello esculpido cuya presencia se ha perdido.

«Esto ha podido ser en el transcurso de alguno de los traslados de la escultura o por la acción directa de alguien que lo golpeó. Es francamente difícil saberlo», admitió Pérez Adán. La decisión sobre si merece la pena restaurarla para que vuelva a ser lo más exacta posible al original «depende de la decisión de los técnicos municipales», explicó el alcalde.

Fuente: http://www.laverdad.es/ – E. R. K.

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