POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Corrían tiempos convulsos y soplaban vientos ábregos anticlericales disfrazados de un aséptico laicismo… Como ven, es una cursilada horrible esto que escribo; pero lo hago con el doble fin de que no me entiendan… o sí.

A la juventud se la educaba humorísticamente con canciones «inofensivas» cuyo sentido era meramente el de una risa sana, nunca agresiva hacia las personas o las cosas.

He aquí algunos ejemplos que yo aprendí de los mayores.

«Queremos ver al Papa
tirar de picachón;
y a todos los Obispos
colgados de un balcón»

«Dicen que a los jesuitas
ahora los van a expulsar;
lo mismo que al de derechas,
al monárquico y demás…»

¡Hombre! Como era de esperar, los «adversarios políticos» tampoco «eran mancos» en sus improperios y amenazas. Valga esta muestra:

«Madre mía de Mayo,
¡salva a nuestra España!
Manda un rayo a Tuero
y un tumor a Azaña.
A Indalecio Prieto
úlcera y nefritis;
y a Alcalá Zamora,
Señora,
la peritonitis»

Pues en esos «tiempos convulsos» se dictaron disposiciones relativas al uso de vías públicas, prohibiendo que fueran utilizadas, entre otras cosas, para fines políticos y religiosos. Las procesiones, por tanto, estaban expresamente prohibidas.

¿Iba a quedar nuestra Virgen de Loreto sin su excursión a la Castañar de Espina?

Hubo que buscar solución al problema y así se ideó una «procesión de camuflaje»: Un grupo de personas devotas, dividido en pequeños grupúsculos, fueron como dando un paseo en «animada charla y con canciones festivas» desde la Ermita a la Castañar.

Llevaban en pequeños cestos unas «viandas de merienda» y bajo ellas una estampa de la Virgen de Loreto.

Su tema de conversación era el rezo del Rosario y las canciones eran cánticos marianos.

NO HUBO PROCESIÓN, PERO SÍ

Tengo datos relativos a algunas de las personas asistentes y esto que les cuento sucedió «un poco antes de la guerra»; de la tristemente «guerra civil».

NOTA

La fotografía, autoría de Emilio Alonso, «Milio el retratista», famoso fotógrafo colungués, corresponde a una de las estampas «procesionadas».

Esa imagen de la Virgen fue destruida en 1936.

Rufino Alonso, hermano de Emilio, publicó en 1923 este precioso soneto en honor de la colunguesa Virgen lauretana:

«Reliquia de los tiempos, conservada
en modesto fanal de tu Capilla;
imagen de la Virgen sin mancilla;
de la tierra a los cielos elevada.

Madre de Dios, que en mística morada
milagrosa se dio la maravilla
de ver volar, cual ágil avecilla,
tu casa por los aires levantada.

A Loreto los ángeles llevaron
aquel nido de paz y de alegría
y en ella para siempre se alojaron.
Amparo nuestro sois, ¡Oh Madre mía!

Que ya que en Ti los ángeles fiaron
el alma enamorada en Ti se fía».