POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Dudé entre ir a Rodiles a esquivar pelotas, al Campo San Francisco a cazar pokémones o ayudar al tripartito local a quitar placas de calles franquistas o que recuerden al Dictador (propongo eliminar el nombre de la calle Claudio Sánchez Albornoz porque de pequeño lo llamaban Claudillo), y al final elegí la peor opción: “La leyenda de Tarzán”, de David Yates, el de Harry Potter, con pésima actuación del peor Tarzán que vi y oí jamás, Alexander Skarsgárd, y un Samuel L. Jackson lamentable, tan poco creíbles que me hubiera importado un pito si a mitad de película los zampara un cocodrilo, y que a Jane violaran los gorilas y que a los negritos de Cola-Cao hubieran tragado las aguas inglesas del Windsor Great Park, e incluso hubiera yo aceptado que dedicaran una calle en Oviedo al asesino sin escrúpulos Christoph Waltz, de capa caída, incapaz de caer mal.
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