EN TORNO A ESA CREENCIA RELIGIOSA CRECIÓ LA FIESTA Y SURGIÓ LA ROMERÍA, QUE COMO COMENTA EL CRONISTA OFICIAL DE CALATAYUD (ZARAGOZA), JOSÉ VERÓN ES «LA PARTE MÁS ANTIGUA»
Los cuatro días que muchos bilbilitanos esperan durante todo el año han terminado. Para otros ha llegado el ansiado descanso. Con la retirada de las charangas y el cierre de las peñas, parece oírse el silencio. Hasta los primeros días del próximo agosto pocos serán los que paseen por el barrio de San Roque, que ayer apenas durmió. Todas las madrugadas del 16 de agosto proporcionan instantáneas singulares en esta calle en pendiente y con curvas, que conecta las dos partes de una fiesta surgida en dos tiempos.
Para llegar al principio de esta ruidosa y colorida celebración de las peñas hay que irse a mediados del siglo XVI. La ciudad se encomendaba a San Roque para alejar las epidemias de peste que mermaban la población europea. En torno a esa creencia religiosa creció la fiesta. Surgió la romería, que como comenta el cronista oficial de Calatayud, José Verón es «la parte más antigua». Ligados a la Virgen de agosto llegaron los toros, y en 1959 aparecieron las peñas con sus charangas.
Este martes eran las 5.00 cuando devotos, vecinos, peñistas y músicos se congregaron en la plaza de España. Esperaban al santo, a los cofrades, al cura y a los miembros de la corporación que han permanecido en la ciudad estos días.
Todos partían en romería. Desde la casa consistorial y por el barrio de San Roque hasta la ermita. La talla del copatrón de los bilbilitanos había pasado la primera noche en la urbanización de Galápago, en la casa de Christian Escobedo, que decía sentirse «muy contento y emocionado». Es el preboste entrante. Va a vivir un año especial. «Inolvidable», asegura Javier Ortego, quien le entregó el santo el domingo por la tarde. Por eso para este cofrade, el de ayer fue «un día alegre, pero a la vez triste, porque han sido 365 días con San Roque en casa, y la emoción estaba a flor de piel». Durante todo el año la puerta de Javier y Eva ha estado abierta para todo aquel que ha querido ver al santo. La respuesta ha sido «extraordinaria».
Visitas incesantes
Decía estos días el alcalde de Calatayud, José Manuel Aranda, que «jamás pensaba que el domicilio del preboste iba a tener tantísimas visitas». Javier explicó que las tres últimas semanas «han sido un desfile de gente en casa». Con el santo que presidía el salón han estado los ramos que le han llevado. Esa devoción antigua y renovada la ha difundido Ortego a través de las redes sociales con un objetivo: «He intentado que San Roque estuviera presente para los bilbilitanos todo el año, porque no debemos olvidar que es el actor principal de esta fiesta», afirmó Ortego, que anima a acompañar al de Mont-pellier en todos los actos en los que sale con su cofradía.
Al frente de la misma por primera vez está Paula Marín, que en su día más importante, cuando entre los romeros los cofrades reparten el chocolate, valoró muy positivamente la inscripción de nuevos miembros. «Somos 738, habremos aumentado unos 50 en este año», indicó. Con 100 kilos de bizcochos y 600 litros de chocolate, templaron a los más madrugadores y a los que aún no habían dormido, hasta bajar al Ayuntamiento para pedir al alcalde las vaquillas. Las concedió. Como deseaba Aranda en sus primeras horas, estas fiestas han discurrido sin incidentes. A partir de hoy, vuelve «la Olimpiada de la vida cotidiana», expresión empleada en su homilía por Jesús Vicente Bueno, el sacerdote que celebró la misa campestre, mientras amanecía en el día de San Roque.
Fuente: http://www.heraldo.es/