POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Con motivo de las Fiestas patronales de San Bartolomé, se han celebrado una serie de actos lúdicos que han servido de divertimento a los uleanos y cuantos forasteros nos han visitado. Entre los festejos populares hay que resaltar una original carrera ciclista.
El periódico “La Verdad de Murcia, del día 27 de agosto de 1943”, lo comentó de la siguiente forma: Con motivo de las fiestas de Ulea, a su patrono, San Bartolomé, se celebró, el pasado día 24, una carrera de bicicletas que causó sensación a todos los espectadores, tanto del pueblo como forasteros, ya que se vio muy concurrida, por la novedad de que resultaría vencedor, no aquél que llegara antes, si no el que llegase el último, sin caerse y sin apoyarse en el público
Sí, digo bien, original, porque se trataba de una carrera de 100 metros, que consistía en llegar el último a meta, sin cometer infracciones, tales como apoyarse en el público, o poner pie a tierra.
En este apartado se permitían dos apoyos en todo el trayecto. Al tercero quedaba eliminado. Para ello había un jurado que controlaba a los corredores, situados estratégicamente, a lo largo del recorrido. Dada la lentitud del desarrollo de la carrera, los ciclistas salían con un intervalo de dos minutos.
La original carrera, fue organizada por la Comisión de Festejos, con la colaboración técnica y económica de los dueños de los talleres de venta y reparación de bicicletas de la comarca; entre los que figuraban: el polero de Archena, los Perete de Villanueva y, Enrique Martínez de Archena, actuando de juez deportivo, el joven deportista de nuestro pueblo, Eufronio.
El certamen, más bien de equilibristas sobre la bicicleta, que de ciclistas propiamente dicho, congregó a un gran número de visitantes y foráneas amigos de la bicicleta, que se disponían a pasar unos momentos agradables.
Tomaron la salida 25 concursantes, de los que llegaron a la meta, cumpliendo lo reglamentado, tan solo tres ciclistas, ya que el resto fueron sancionados con su eliminación, por las infracciones cometidas. Los jueces, se comentaba en los corrillos, fueron muy exigentes en el cumplimiento de las normas.
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