POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
Si alguien escucha lo de irse con la música a otra parte es posible que imagine a que lleva un reproductor de música y haya decidido cambiar de sitio y, bueno, aunque en esos casos también pueda significar eso, lo cierto es que se puede usar en más casos que en el de su significado literal.
Cuando alguien se va con la música a otra parte significa que se va, que nota que por algún motivo sobra de donde está -por lo que dice o por lo que hace- y decide marcharse. Así, alguien que está diciendo algo que no es compartido por el resto puede decir “me voy con la música a otra parte” para indicar que como se da cuenta de que lo que dice no es bienvenido, es mejor que se vaya.
También podemos decir que alguien se vaya con la música a otra parte cuando queremos que se vaya y le invitamos de una forma un poco más elegante. Así, le diríamos “es mejor que te vayas con la música a otra parte”.
Tengo los recuerdos musicales de cuando, todas las noches del 25 de julio, desde su sede, la banda de la Unión Musical se dirigía tocando pasodobles hasta el paseo; allí el alcalde cortaba una cinta y daba por inaugurada la Feria de San Jaime, patrón de Torrevieja; a continuación se ofrecía un concierto desde el templete a todos los vecinos y a los forasteros llegados a Torrevieja para pasar la temporada veraniega.
Estas memorias me las reviven los festivales de fanfarrias que desde hace trece años de ofrecen en la ciudad estas bandas formadas por instrumentos de metal, en ocasiones acompañados de percusión y constituidas para tocar por las calles en las fiestas populares o en ocasiones ceremoniosas. El término fanfarria también se usa de manera simbólica para referirse a hechos a los que se les da mucha publicidad en forma de ruido, aunque no exista música en ellos.
Mi memorial de noticias torrevejenses me remonta al verano del año 1902, cuando la Banda de Música del Hospicio o Beneficencia de Murcia, fundada en 1879, dirigida por el profesor Francisco Fresneda, ofrecía conciertos en el paseo y en ‘Las Rocas’, hasta el 31 de agosto.
En años posteriores se alternaron los conciertos de la banda municipal de Torrevieja con la murciana, que era recibida en la estación del ferrocarril por alcalde, junto con otras distinguidas personalidades locales y foráneas. Hacía también su entrada a la población la de Banda Municipal de Callosa de Segura y la de la vecina población de Rojales.
Por aquellos años, en el entonces llamado Paseo del Duque de la Victoria, iluminado con cientos de bombillas y adornado con decorativos arcos, actuó en el templete provisional la laureada Banda ‘Santa Cecilia’, de Orihuela, dirigida por Federico Rogel, dejando bien alto su pabellón, y la Banda Municipal de Torrevieja, que interpretando algunas piezas de su repertorio, le rogó la concurrencia a su director Antonio Gil Lucco que, por ser obras muy conocidas, las variase algo, quejándose de las continuadas repeticiones.
La Banda de Música del Hospicio o Beneficencia de Murcia venía todos los años recorriendo las principales calles de la población, tocando bonitos pasodobles. Por la noche, ejecutaba programas que gustaban mucho al público: pasodobles, valses, mazurcas, polkas, cuplés, potpurrís y hasta piezas sueltas de zarzuela y ópera.
Otras de las bandas invitadas aquellos años fue la Banda de Música de Rojales que recorría las principales calles por las tardes hasta el templete del paseo y, los domingos, a las cinco de la mañana, discurrieron por la población dejando oír bonitos pasodobles; mientras que la Banda de Música de Rojales ejecutaba, en la parroquia de la Inmaculada, composiciones religiosas mientras se oficiaba la Santa Misa.
Por la noche, ambas volvían a animar el paseo con piezas de concierto y bailables, muy concurridas y animadas
En el verano de 1905, además de las agrupaciones musicales anteriores, se sumaron las bandas de Crevillente y Catral, y en el verano de 1907, en un tren atestado de viajeros y con media hora de retraso, llegaba a Torrevieja la banda de música ‘La Infantil’ de Almoradí y la banda de música de Callosa, que ya en el año anterior había dejado muy gratos recuerdos por la maestría, el gusto y la afinación con que interpretó las obras musicales. Como siempre, todos conciertos se daban al aire libre y sin ningún tipo de ‘abono’.
¿Abono? La palabra ‘abono’ tiene diferentes significados: el pago de una cuenta o de un dinero que se debe, también es el fertilizante que se echa a la tierra para hacerla más rica y más productiva; pero la acepción que en esta ocasión se le da es la de un pase o entrada que da derecho al uso periódico o limitado de un servicio, una instalación o a la asistencia a una serie de espectáculos, durante cierto tiempo o un número determinado de veces, adquiriéndose con anterioridad a precio más barato que comprando las entradas de forma individual, de una en una.
Cuál fue mi sorpresa en el presente año, al ir a comprar dos entradas para un concierto del Festival de Bandas de Música que no estuvieran a la venta si no se adquirían un ‘abono’ para todos los días, ante la no posibilidad de poder asistir todos los días, recliné y sostuve mi deseo de escuchar un único y solo concierto, yéndome con la música a otra parte. Amablemente se me comunicó que si por aquellas de las razones no se vendían todos los abonos se pondrían el último día a la venta por separado, como si de un partido de la final de la Copa del Rey se tratara.
Así que nada…, cuando escuchéis a quien os diga lo de “me voy con la música a otra parte”, simplemente saber que indica que se marcha, aunque no lleve ni su iPod, ni su Radio-CD, ni nada que suene a música.
Fuente: http://www.laverdad.es/