POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Los vigilantes de seguridad denuncian el peligro de los conciertos en la plaza del Casto, que reúnen a miles de personas en un lugar que carece de control en los accesos, hay demasiados, y adolece de vías de evacuación, hay pocas. Los técnicos alertan de que la música a gran volumen produce vibraciones que dañan los edificios de la plaza, la Catedral y sus retablos y vidrieras; también lo teme el deán, Benito Gallego, y los arquitectos del plan director, Jorge Hevia y Cosme Cuenca. Así mismo, los padres, madres y demás familia temen por la seguridad de sus seres queridos entre la melomanía descontrolada, en muchos casos intoxicada y patidifusa. No digamos cómo estarán los vecinos del casco antiguo, que en esas fiestas no están porque corren el riesgo de enloquecer. Por mucha menos mierda se sacó a Olloniego la feria de la Ascensión.
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