IMPRECISIONES ESCRITAS Y PUBLICADAS SOBRE LA “CATEDRAL DE LA SIERRA”, DE VILLACASTÍN
Sep 12 2016

POR RAFAEL ÁLVAREZ RODRÍGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLACASTÍN (SEGOVIA)

Villacastin

Introducción

La Villa segoviana de Villacastín, dista por carretera de la capital 36,885 kilómetros. Entre sus atractivos turísticos destaca sin duda, la paradigmática iglesia de salón, iniciada en el primer tercio del siglo XVI y que mereció la poética denominación del Marqués del Lozoya de “Catedral de la Sierra”.

Apenas a media hora en coche de Segovia capital, son muchos los segovianos que no conocen éste templo. Cumplirá en 2016, 487 años, del inicio de su construcción, cuatro años después que la catedral segoviana. Es más frecuente de lo que parece, encontrar en publicaciones periódicas y en la prensa nacional del primer tercio del S.XX, datos erróneos, sobre la autoría del maestro (arquitecto), o del estilo arquitectónico de la iglesia.

El autor aventurado por el razonamiento o sentir popular y el estilo, por la opinión sin contrastar, de personas cultas. ¿Fueron éstos viajeros y periodistas, los que propiciaron los errores? ¿Plasmaron negro sobre blanco lo que escucharon a personas de Villacastín? El caso es, que a día de hoy, se siguen transmitiendo errores en páginas web de turismo, en la tradición oral y sorprendentemente en personas, que aceptaron como verdaderos, los datos erróneos que a continuación se exponen.

Imprecisiones sobre el templo de Villacastín del viajero Fidel Pérez-Mínguez. Septiembre de 1925

El día 7 de septiembre de 1925, Don Fidel Pérez- Mínguez, iniciaba una excursión en autobús de línea, desde Segovia a la villa de Villacastín. La finalidad del viajero era, conocer éste pueblo segoviano, la arquitectura, el arte sacro…etc.

D. Fidel Pérez, abogado, casó con Antonia Villota, hija del Síndico de la Bolsa de Madrid. Disponía de tiempo y recursos, pues la herencia familiar de su esposa, le permitió dedicarse a la literatura y la Historia. El viaje partió de Segovia, donde subió al autobús en la plaza del Azoguejo, describiendo el ambiente y las incidencias del mismo, con llegada a Villacastín.

Preparó la visita, reuniendo datos, de los que destacan los más extensos, relativos a la iglesia parroquial, que nueve meses después, publicaron en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, cuya finalidad era, la difusión del Arte, la Arqueología y la Historia. (Entre 1893 y 1954) A tenor de las referencias, realizadas, consultó a determinados autores, dados los prolijos datos aportados, en relación con el arte sacro de la iglesia de Villacastín.

Mi interés se centra en las afirmaciones históricas si bien, hay contenidos, que son de interés, para conocer Villacastín, en el primer cuarto del S.XX.

El primer error histórico significativo, cometido por Don Fidel, fue afirmar, escuchando el tañido de las campanas del convento de monjas Clarisas, que éste “… lo fundara en 1445 la primera esposa de don Juan II…”. La reina María de Aragón esposa de Juan II, residió en ocasiones en el lugar de Villa Castín, donde murió en febrero de 1445. Sin duda confundió los hechos, por que el convento de monjas Clarisas, que aún hoy sobrevive, quedó construido en 1632 y las primeras monjas, lo habitaron en 1.616.

Pero donde verdaderamente sorprende Don Fidel es, en el razonamiento sobre el origen de la actual iglesia parroquial. Para explicar la construcción del “suntuoso” templo según su expresión y la amplia lonja, lo cifra en la existencia de un personaje, gracias al cual, fue posible iniciarla:

1.-“Su traza exterior, la piedra gris…y la lonja que le rodea, obligan a pensar inmediatamente en el que, al nacer en el propio lugar, hubo de preocuparse de tal obra, o al menos, en intervenirla o iniciarla…”

Inmediatamente desvela que se refiere a fray Antonio de Villacastín, de quien hace una breve biografía, siguiendo la historia jerónima del padre Sigüenza, atribuyéndole el mérito, de dar mucha luz a los arquitectos de la obra y la atribución de elevar un piso mas al monasterio, inicialmente planeado.

Lo más sorprende es, que el viajero, había leído al padre Zarco Cuevas, de la orden de los Agustinos (de la Real Academia de la Historia) que publicó en 1916 las memorias manuscritas de fray Antonio, que desmontaban las exageraciones del P. Sigüenza, historiador de la orden Jerónima.

El razonamiento de Don Fidel, para demostrar la participación del fraile en la construcción de la parroquia de su pueblo es el que sigue:

2.-“…Siendo como fue tanta su intervención en la magna obra del Monasterio de El Escorial ¿se puede sospechar siquiera que no tomara parte alguna en la erección de la parroquia de su pueblo natal?…
La esperanza del viajero en demostrarlo, se cifraba en que, el archivo parroquial en camino de ser ordenado en 1925, según escribe, aportase alguna información en éste sentido. Pero insiste, en que:

3.-“…la colocación de la iglesia en una espaciosa lonja nos hizo pensar, que el que tal imaginó fuera, el que vivió el ambiente de la fundación del gran Felipe II…”

Ésta afirmación, publicada en 1926, pudo ser el origen del error que escuché sorprendido en 2015, de labios de una persona culta, conocedora y apasionada de la biografía de fray Antonio de Villacastín, lo que me lleva a pensar, que la influencia de éste viajero en algún periodista que escribió sobre la iglesia, en el primer tercio del Siglo XX, habría tenido más eco de lo que cabría esperar.

Sería preciso leer al Padre Agustino Julián Zarco Cuevas cuyo libro “Documentos para la Historia del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Memorias de fray Antonio de Villacastin” (1916) reeditado en 1985 (edit., Cimborrio) para conocer el extraordinario papel del Obrero Mayor, Fray Antón, en la obra de El Escorial, pero despojando su biografía, de las exageradas afirmaciones del P. Sigüenza.

Insiste D. Fidel tozudamente, en la teoría personalista, del origen del templo:

4.- “…Una importante obra como la Parroquia (en su acepción de iglesia o templo*) de Villacastín, sólo pudo erigirse, merced a la influencia de un hijo de la villa amante de ella y además de valimiento…” * Nota propia.

Que el rey Felipe II, confiara en el obrero mayor, en lo relacionado con la obra de El Escorial, no supone que a cambio, debiera o tuviera que compensarle. Además, en ocasiones adoptó decisiones, contrarias al parecer del Obrero Mayor. El término “valimiento”, desvirtuaría la entrega desinteresada del fraile a la orden jerónima y a la magna obra de El Escorial y está mal aplicado, pues el fraile, estaba totalmente fuera del ejercicio del poder político. Pero insiste en la hipótesis y añade la colaboración económica o técnica de fray Antonio, sin tener datos fehacientes al respecto:

5.- “…La Parroquia se construía, merced a la labor económica o técnica de aquel Antón Moreno, hijo de Villacastín ¿Quién si no éste podría planear un monumento de ésta naturaleza e importancia?…”

Pues la contestación a la pregunta, se encuentra en los libros de fábrica conservados en el Archivo parroquial y es sencilla. Costearon ésta magna obra, los bienes de la parroquia y el obispado, el estamento noble, los ganaderos ricos y el extraordinario esfuerzo de los vecinos de Villa Castín con trabajos sin remuneración y dineros. Porque de haber contribuido a ésta obra el rey Felipe II, tendríamos los gastos, reflejados en las cuentas, en documentos oficiales conservados en el Archivo de Simancas, en los libros de fábrica de la iglesia y en los del Concejo. Y en éstos últimos efectivamente, figura muy concreta y exacta, la participación del fraile Villacastinense en forma de asesoramiento y el costo que produjo y no hay ningún escudo heráldico real, que señalase la participación económica del rey.
6.-“…La Parroquia de Villacastín….es genuinamente herreriana y gótica por dentro…”

No puede negarse, la influencia escurialense o herreriana en la iglesia, pero solamente en las obras desarrolladas en el S.XVII, con la traza aportada por el maestro aconsejado por fray Antonio, García de Alvarado. En concreto, correspondería a la zona occidental de la torre (o torres, pues hay una inacabada) y la portada y el frontal de la fachada del mediodía.

Por tanto el resto del templo, que es la mayor parte del mismo, corresponde a la autoría de la familia Gil de Hontañón y en concreto a Rodrigo Gil de Hontañón, en lo que están de acuerdo, la mayoría de los autores especializados.

D. Fidel, duda, sobre si el año en que se fundó, la iglesia, que figura grabado en el muro oeste de la sacristía (1529) fue el comienzo o la finalización de las obras. Tal vez el desconocimiento de las respectivas dataciones, recogidas en los libros de fábrica existentes, sea el origen de sus cavilaciones. Pero, ante la hipótesis del origen del templo, sorprende la exactitud en relación con los artistas y escultores, que cita con precisión, por lo que debió consultar la Tesis de Rafael Ybot León, de la que debía haber una copia en la casa parroquial, ya que ésta, nunca fue publicada. No tuvo tiempo para consultar los libros de fábrica.

El “diario ABC” del 23 de septiembre de 1928.

El ABC de la fecha del epígrafe, publicó una doble página de J. Luis Menéndez, relativa a la iglesia parroquial de Villacastín. Afirmaba que los planos de aquella se atribuyeron a Juan de Herrera, pero que había motivos para pensar que el autor de ellos era fray Antonio de Villacastín y para completar la errónea afirmación escribió:
“…que Antonio Moreno, volvió de lejanas tierras, dispuesto a perpetuarse a sí mismo y perpetuar su cuna, con una fábrica religiosa, capaz de admirar a muchas generaciones…”

No ha podido datarse, que fray Antonio, volviese a su pueblo (de tan lejanas tierras como de El Escorial) ni documentalmente, ni por tradición oral, a pesar de que en él, quedaron sus hermanos. Hay un relato (por confirmar) de que, avisado del fallecimiento de su madre, los complicados cometidos en la magna obra, no le permitieron acudir.

La “Vanguardia” del 2 de mayo de 1954

En el periódico La Vanguardia de la fecha del epígrafe, con ocasión de un peregrinaje a Compostela publicaron: “…Entran en la iglesia…fray Antonio supo sacar una buena tajada a Felipe II…”

Popular manera de afirmar que la obra la costeó Felipe II, pero el dinero real, lo empleo en El Escorial y en las guerras, además, cuando comenzó la obra del referido monasterio, la iglesia de Villa Castín llevaba 34 años construyéndose…

La “Vanguardia” del 15 de agosto de 1968

En el periódico de la fecha del epígrafe, otorga la autoría del templo a Rodrigo Gil de Hontañón, pero en el siguiente párrafo escribió José Rico de Estasén:

“…en cuyo trazado y construcción, trabajó con su probada destreza, el humilde lego de la orden jerónima, el humilde e inmortal aparejador fray Antonio de Villacastín, hijo insigne de la villa…Entonces fue cuando fray Antonio, a requerimiento de los habitantes de su pueblo natal y engrandeció la iglesia donde recibió las aguas del bautismo, con la construcción de la torre y de las portadas que infunden al templo la monumental presencia que todo el mundo advierte….”

En éste caso, tengo la impresión de que el periodista, se informó de algún vecino entendido, que le transmitió según tradición oral, lo que publicó. Antón Moreno, fray Antonio, en su caso fue bautizado en la antigua pila bautismal de la iglesia románica que aún se conserva, que ocupaba el lugar, en que hoy se levanta la nueva iglesia.

Epilogo

La tradición oral, es innegable, porque yo la recibí y la difundí. Si fray Antonio era el principal consejero del rey, en la obra de El Escorial y tuvo su total confianza, es lógico que le premiase con la construcción de una iglesia en su lugar. La referencia escrita más antigua de esa tradición oral, encontrada hasta el momento, es la de D. Fidel Pérez-Mínguez, historiador ocasional, que convirtió un razonamiento, en hipótesis histórica por demostrar.

Pero finalmente, prevalece la verdad y las afirmaciones y ocurrencias, basadas en puntuales verdades, degeneradas con el tiempo, por razonamientos, sin fundamento histórico, se desenmascaran con los libros de fábrica existentes, con los asientos en el libro de acuerdos de la Corporación y los estudios de especialistas en arte que desde los años 80, han sido publicados.

Sin duda, la iglesia de Villacastín es del modelo denominado de salón o Hallenkirchen. La traza o proyecto, corresponde a Rodrigo Gil de Hontañón. El interior del templo es gótico tardío y en el exterior predomina el estilo renacentista de Rodrigo Gil y la influencia escurialense y Herreriana corresponde a las trazas de García de Alvarado, en las portadas y la torre, de los primeros años del S.XVII.

No es de despreciar el asesoramiento de fray Antonio, en relación con las pinturas de Alonso de Herrera y la propuesta de un maestro, ya que los gastos originados para ir a solicitarlo, quedaron registrados en los libros de acuerdos de la Corporación, pero ni eligió el lugar, porque a los 17 años de edad que tenía, al iniciarse la obra, se había escapado de casa de su tío, era aprendiz en casa de lo que hoy conocemos como albañil y no era maestro para realizar proyectos y posteriormente un fraile humilde que no tenia dineros.

Con todo, la eficacia del Obrero Mayor en la obra de El Escorial, mereció la confianza y el aprecio del rey más poderoso de Europa.
Lo verdadero y cierto es que la iglesia construida sobre el antiguo templo románico, surgió de la necesidad de acoger a 5000 almas de confesión y que fue costeada gracias a los bienes de la parroquia, de los notables, de los ganaderos ricos y las limosnas, dineros y trabajos de varias generaciones de vecinos de Villa Castín.

El templo, es Monumento Histórico Artístico desde 1945, ha recibido en los últimos años del S. XX, la inestimable ayuda del Gobierno de Castilla y León, El Obispado y La Diputación Provincial, para disfrute y admiración de propios y extraños. Queda mucho por restaurar y mantener y el obispado, la Parroquia, el Ayuntamiento, nunca cejaran en su empeño por lograrlo. No pierdan la ocasión visítenlo y cuenten lo que han visto.

Fuente: Diario EL ADELANTADO. Segovia, 21 de agosto de 2016

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