POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
¿Cuántas veces oyeron hablar de «Las mil y una noches»?
Me responderán -estoy seguro- que en miles de ocasiones y siempre en citas de sueños fantásticos, amorosos y hasta un si es no es «picantones»?
Y hasta sabrán que este libro árabe, escrito hace muchos siglos, surgió de la iniciativa de aquel gran Califa intelectual que se llamó Harum-Al.Rashid (786-809).
Este gran rey tuvo (que se sepa) dos hijos reconocidos; uno de ellos, hijo de una esclava persa, llamado Abd Allah-al-Mamun (766-803) heredó el Califato de su padre (tras ciertas luchas con su hermano) y, como él, fue un gran promotor de la ciencia y del saber.
¡Oiga! , no nos líe. ¿Qué tiene que ver eso con el guiso conocido como alboronía, boronía y moronía?
Pues verán, les cuento la historia o, mejor aún, la leyenda.
Unos dicen que Harum -Ál Rashid tenía en su harén una esclava bellísima y un tanto caprichosa en las cosas de comer. Se llamaba Al-Boran (o Al-Buran) y cuentan que el cocinero de la corte, en Bagdad, invento el guiso en su honor.
Otros van más alla y relacionan la alboronía con el plato de lujo que se sirvió en la boda de Abad Allah-Al Mamun con su esposa Biran(o Buran); de ahí que la palabra árabe «al-buriniyya» (con significado de «el guiso»), designara en adelante «el manjar de la reina».
En resumen: ALBORONIA es manjar de corte regia… y de gente de a pie.
¿En qué consistía este plato?
Antiguamente se freían en aceite cebolla y ajos, bien picaditos. Aparte, en agua con sal, cocían calabaza, calabacín y berenjenas, troceadas en dados.
Ya tiernas y escurridas se sumaban a la fritura de cebolla y ajos, se sazonaba con especias al gusto y se servía bien caliente en compañía de asados o guisos de carne o pescados.
Ya en la modernidad (y llamamos modernidad a los tiempos posteriores al Descubrimiento de América), el aporte de pimientos y tomates supuso un valioso suplemento a la alboronía.
A partir de entonces el pisto inicial se elabora con cebolla, ajos, pimientos y tomates y, ya en su punto de pochado, se le agregan la calabaza, el calabacín y las berenjenas.
Hay quienes gustan de colorear con pimentón o con azafrán.
¿Saben? En algunos recetarios aconsejan añadir patatas fritas cortadas en dados pequeños; en otros sugieren que el añadido sea de garbanzos cocidos…
Yo, ¿qué quieren que les diga?, me decanto por un par de huevos de aldea fritos «con puntilla».
La ALBORONIA llegó a España con la cultura árabe, siendo plato renombrado en la cocina de Al-Andalus; después se extendió por todo el país con el nombre de PISTO. En toda Extremadura tiene carta de excelencia y en La Serena, en tierras de Badajoz, fue plato muy tradicional en días de Cuaresma.
Inclinémonos por el otoño, tiempo aún de buenos pimientos, tomates, berenjenas y calabazas. Y con la ALBORONIA, un buen vino «de pitarra», que así llamaban en la zona de La Serena a las tinajas de barro, de tamaño mediano, donde fermentaba y se guardaba el vino elaborado en las bodegas familiares.