POR ANTONIO BOTÍAS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
¿Quién o quiénes disfrutaban en su hogar de la belleza de las tres valiosas esculturas romanas recuperadas por la Guardia Civil en dos casas de Lorca y Cartagena? Esta es la inevitable pregunta que surge cuando se conoce el desarrollo de la ‘Operación Kairos’, el dispositivo que ha permitido localizar tres piezas datadas en torno al siglo I de nuestra era y pertenecientes al yacimiento de ‘Los Cantos’, ubicado en el término municipal de Bullas. Y es precisamente allí donde arranca el sorprendente periplo de estas obras de arte únicas en su género y que hasta ahora se creían perdidas. Agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) comenzaron el pasado mes de febrero a desentrañar una trama que ha permitido devolver a los murcianos este rico tesoro romano.
Todo comenzó por la curiosidad de un sacerdote. Las esculturas, que componían una o varias fuentes, fueron halladas a comienzos del siglo pasado por Juan Bautista Molina Núñez, párroco de Bullas y aficionado a la arqueología. Entre 1905 y 1909 encontró un grupo de piezas formado por cuatro infantes, ‘kairoi’ o genios estacionales, entre ellos el conocido como ‘Niño de las Uvas’. Durante décadas solo se conservó una fotografía de esta última escultura, aunque numerosos testimonios probaban la existencia de las otras tres.
El párroco colaboró, en lo referido al yacimiento de Los Cantos, con el arqueólogo Manuel González Simancas para la redacción de su ‘Catálogo Monumental de España. Provincia de Murcia’. Pero esta obra, realizada entre 1905 y 1907, no cita las cuatro esculturas romanas. ¿Encontró las piezas después o prefirió guardar el secreto? Aunque, de secreto, poco. Todos los bullenses admiraron las estatuas, a las que incluso les pusieron mote: ‘Los muñecos’. Y los muñecos, porque aquellos eran otros tiempos, quedaron bajo la custodia del cura.
Las esculturas se depositaron en la casa de la hermana del párroco, María del Carmen Molina, en una vivienda ubicada en el Camino Real de Bullas. Así lo aseguró en su día Damián Guirado, escultor local y autor de un estudio sobre el ‘Niño de las Uvas’. El artista incluyó en 2004 en ese artículo el testimonio de una hija de Carmen, María Jesús Bermúdez, quien sostuvo hasta su muerte, en 1979, que la cuarta escultura la vendió el párroco al Museo del Louvre para costear las obras en la parroquia.
«Vi los muñecos. Eran tres»
Un extremo, en cambio, improbable. Sobre todo porque la Concejalía de Cultura bullense contactó en 2003 con la institución parisina para localizarla y les advirtieron de que entre sus fondos no estaba, ni quizá había estado jamás, la pieza murciana. Perdida una, las otras tres se mantuvieron en la casa de Bullas. «Vi los muñecos más de una vez. […] Primero los tenían en la primera planta y después, hacia 1970, estaban en un armario despensero», señaló en 2004 Fina García, vecina de la misma calle. Este testimonio, de capital importancia, se recogió muchos años después de que las piezas desaparecieran. Pero Fina recordaba que «eran tres; estaban todos de pie y desnudos o con muy poca ropa y uno de ellos tenía un pato recogido entre sus brazos».
Seis años después, en 2010, muchos bullenses constataron que la memoria de Fina era prodigiosa. Sucedió tras el descubrimiento de varias cartas enviadas por el párroco Juan Bautista Molina al jesuita, arqueólogo y miembro de la Real Academia de la Historia, Fidel Fita. Esta documentación, custodiada hoy en el Archivo Histórico de la Compañía, en Alcalá de Henares, incluía fotografías de todas las esculturas. Y se correspondían con la descripción que hiciera la vecina.
Se da la casualidad de que también en la calle donde se conservaron durante años las piezas reside hoy Benito Amor, el coleccionista detenido hace unos meses y cuya colección está compuesta por miles de obras de arte. Benito conocía estos detalles y colaboró en los textos de Damián Guirado. Pero nada tiene que ver en tan sabrosa historia.
En las esquinas del ‘implovium’
Los agentes del Seprona, así, fueron relacionando testimonios y artículos científicos para concluir que las esculturas no se habían perdido. Y han acabado localizándolas en las casas de los descendientes del sacerdote que las conservaban. Pero, con la ley en la mano, no era suyas. El pasado jueves y tras la autorización del juzgado de instrucción número 1 de Mula, la Guardia Civil registró los domicilios, logrando recuperar tres de las estatuas, dos en Lorca y una en Cartagena.
El conjunto procede de una ‘villae’ o casa rural romana dedicada a tareas agrícolas. Las piezas, según los expertos, estarían ubicadas en las cuatro esquinas del ‘impluvium’ o patio central de la vivienda encargado de recoger las aguas de la lluvia, ejerciendo a modo de surtidores del mismo o quizás regando los jardines de la vivienda o ‘domus’. Otros mantienen que pertenecían a la zona de las termas también halladas en Los Cantos.
Durante el desarrollo de la operación, la Benemérita se ha coordinado con el Servicio de Patrimonio Histórico de la Comunidad Autónoma, con el que existe una estrecha colaboración. Las esculturas han sido depositadas en los museos arqueológicos de Lorca y Murcia. Pronto, aquellos curiosos ‘muñecos’ volverán a ser admirados por muchos.
Fuente: http://m.laverdad.es/