POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Aunque no sé un pimiento de coches, el vehículo que más me llamó la atención en la Feria del Automóvil, en el Palacio de Deportes de Oviedo, fue el Biscúter; no había visto otro desde los años cincuenta. El Biscúter, me informó allí Fernando de la Hoz, viene de Francia; Gabriel Voisin, diseñador de coches de lujo y aviones, creó el bi-scooter, un coche formado por dos scooter. La idea es de los franchutes pero germinó en la España de posguerra, todavía aislada y boicoteada por el mundo industrializado, y la barcelonesa Autonacional S.A. compró la licencia. Aquella zapatilla de aluminio, sin puertas, ventanas ni marcha atrás (los corazones del teatro de Jardiel Pondela sí la tenían), se arrancaba a manivela y sólo la rueda delantera derecha era motriz. Doce mil Biscúteres se fabricaron hasta que el Seat 600 los sacó del mercado, en realidad les puso la marcha atrás.
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