POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Les explico: El próximo sábado, 15 de octubre, Oviedo, ciudad moderna y monumental y capital del Principado de Asturias, será sede del Gran Capítulo de la COFRADÍA DEL DESARME, Cofradía nacida en torno a una tradición «bélico-gastronómica» que días antes, el jueves 13, el escritor ADOLFO CASAPRIMA COLLERA nos desvelará en la presentación de su libro sobre la realidad de tal celebración.
EL DESARME es la fiesta ovetense por excelencia. Fiesta popular y democrática para celebrar nadie sabe qué, pero que sí sabe cómo: degustando un menú a base de pote de garbanzos con bacalao y espinacas, callos a la ovetense, y arroz con leche. Y como esto da mucho que hablar, le dedicaremos unos cuantos días. Hoy lo centraremos en LOS GARBANZOS.
El garbanzo, «Cicer arietinum L., es legumbre de cuna oriental ya conocida y cultivada en la Edad del Bronce.
En Egipto era alimento usual desde hace unos 2000 años antes de Cristo y se dice que a España llegó con los cartagineses, siendo pieza fundamental en la alimentación mediterránea, andaluza, extremeña, castellano manchega y castellano leonesa.
Del GARBANZO se han escrito cosas muy buenas y muy malas. Abu Zacaría, árabe, nos dice que «comidos calientes alegran el ánimo, hacen olvidar las preocupaciones, fortalecen el corazón y apartan los pensamientos sombríos».
Juan de Aviñón (siglo XIV), magnificando el concepto, nos enseña que «los garbanzos blancos engendran ventosidades, acrecientan el semen y son buenos para doñear y engordar».
No se si entienden lo de «doñear»; verbo que intenta disimular lo que el Arcipreste de Hita expresaba como «haber yuntamiento con fembra placentera» y nosotros, en plan cursi, decimos «hacer el amor».
Angel Muro, en El Practicón (finales del siglo XIX) arremete contra el pobre garbanzo y para ello cita los versos de un «cierto» poeta:
«Esa tu masa insípida y caliza,
que de aroma privó naturaleza,
y de jugo y sabor, ¿qué simboliza?
¡Vanidad y pobreza!»
Y añade diciendo que con los garbanzos nunca llegaremos los españoles a parte alguna a no ser que los convirtamos en un «plato raro y costoso para comerlo no más de tres o cuatro veces al año».
No hagan caso a don Ángel.
Los garbanzos son una delicia. Lo que sucede es que son muy golosos y gustan de bueno y abundante compango.
Dícese que mejoran sus cualidades cuando el remojo previo a la cocción se hace en noches de luna creciente y se retiran antes de que salga el sol.
También se dice que los más exquisitos son los cultivados en las comarcas salmantinas de Fuentesaúco y de Pedrosillo el Ralo. No lo se; a mi me basta con que sean picudos, arrugaviejados y de culo apanderado.
Y como final una anécdota.
Los latinos denominaban CICER al garbanzo y se cuenta que a aquel gran orador Marco Tulio, que tanto combatió a Catilina en sus discursos, le pusieron el apodo (o apellido) de CICERÓN porque en su nariz «lucía» una grandiosa verruga del tamaño y aspecto de un garbanzo.
Ya lo saben: buenos garbanzos para EL DESARME; asistan el jueves por la tarde al Club de Prensa de LA NUEVA ESPAÑA para escuchar a don Adolfo Casaprima y el sábado disfruten con el GRAN CAPÍTULO de los Cofrades.
NOTA
¡¡¡Continuará!!! MAÑANA ESPINACAS Y BACALAO.