GUADALUPE RODRÍGUEZ, CRONISTA OFICIAL DEL MUNICIPIO, FUE LA ENCARGADA DE ELABORAR EL GUIÓN DE LA OBRA, BASÁNDOSE EN EL LIBRO CRÓNICAS LUGAREÑAS DE MADRIGALEJO, DE LORENZO RODRÍGUEZ AMORES
Sin ninguna duda, el acto estrella de todos los celebrados este año en torno a la figura de Fernando el Católico ha sido la representación teatral donde una quincena de vecinos han dado vida a los últimos días de aliento del monarca. Fue el verano pasado cuando surgió la idea que rápidamente se materializó, gracias a la colaboración y ganas de participación de los vecinos. Guadalupe Rodríguez, presidenta de la Asociación Cultural Madrigalejo 2016-Fernando El Católico-V Centenario, además de cronista oficial del municipio, fue la encargada de elaborar el guión de la obra La muerte de un rey basándose en el libro Crónicas lugareñas de Madrigalejo, de Lorenzo Rodríguez Amores. Tras plasmar los hechos históricos a los que se añadieron algunos ficticios, llegó el momento de buscar al profesional que le diera forma; ese fue el director de cine Rubén García. «Era la primera vez que dirigía teatro y a esto se añadía que los actores no eran profesionales y que se trataba de guión histórico, por lo que había que ser muy riguroso», asegura. Pero de las dificultades salieron grandes resultados que tuvieron nueve meses de gestación, que vio la luz el pasado mes de agosto «siendo para mí una experiencia maravillosa e interesante, en la que he aprendido mucho de todos los participantes», afirma.
Fernando el Católico estuvo en la localidad desde el 15 enero hasta el 23 de enero, en cuya madrugada falleció intoxicado debido a los efectos del abuso de potentes afrodisíacos, que parece ser contenían testículos de toro, complicado con sus múltiples achaques. Ese mismo día se abrió el testamento y el cadáver partió para Granada. Son precisamente esos los acontecimientos que la obra refleja y cómo lo vivió un pueblo como Madrigalejo. «Por un lado se reflejaba el choque entre la Corte y el pueblo y la preocupación por cómo quedaba el testamento, y por otro la labor de los empleados de la Casa de Santa María, perteneciente al Monasterio de Guadalupe y donde murió», relata Guadalupe Rodríguez.
Sin embargo, la narración teatral de un hecho histórico que podría haber sido bastante denso para el público se convirtió en todo un éxito, ya que Guadalupe y Rubén supieron encontrar los ingredientes de ficción perfectos, muy bien enlazados y justificados con la línea argumental. Un idilio entre una de las trabajadoras de la Casa de Santa María y el emisario del rey sirvió para poner «un poco de chispa al teatro y que no fuera tan árido».
El pueblo entero puesto en pie fue la mejor respuesta para saber si la obra cumplió con la misión de ser rigurosa, didáctica y entretenida. Pronto volverá a ponerse en escena.