POR JUAN FRANCISCO RIVERO DOMÍNGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS BROZAS (CÁCERES)
Hoy que Donald Trump ha sido elegido, contra todo pronóstico, presidente de los Estados Unidos de América, me recordó cómo conocí al personaje. Era el mítico año de1992, de tanta importancia para España al conmemorar el V centenario del descubrimiento de América. Tanto que el 12 de octubre de ese año yo amanecí en América, concretamente en la ciudad más antigua de esta nación americana, en San Agustín, fundada en 1565 por el español Pedro Menéndez de Avilés
Pues bien, me encontraba en los Estados Unidos asistiendo al congreso mundial de los periodistas de turismo, que se había organizado en la ciudad costera de Atlantic City, un lugar que basa su economía en el turismo playero y en el juego.
Tanto a la ida como al regreso, el grupo internacional, compuesto por unas 250 profesionales de la información turística, paso por Nueva York. Y fue en la ciudad de los rascacielos donde tuve la oportunidad de desayunar con Donald Trump en el famoso hotel Waldorf Astoria
Este personaje que ha hecho cameos de sí mismo en numerosas películas de Hollywood, al enterarse que periodistas de todo el mundo estaban en la ciudad decidió invitarles al hotel.
Mis recuerdos ya fallan un poco. Estábamos en un gran salón y el desatino fue normal. Yo estaba acompañado de un buen amigo periodista colombiano, que estos días de 2016 ha tenido que dejar sui país y exiliarse en los Estados Unidos por haber sido amenazado de muerte por haber puesto al descubierto la labor de los políticos corruptos de su estado: Pereira. Pues bien volvamos a Nueva York. Arriba, en un estrado aparece Donald Trump. Nos habla de lo divino y lo humano y hasta de su ex mujer: Ivanna Trump, una rubia despampanante que le sacó los cuartos durante el divorcio.
Trump pedía a los periodistas que podían preguntarle de cualquier cosa. Mi pregunta fue: “¿Qué siente hoy, después de su separación, por Ivanna?”. La verdad es que estaba deseando que le hicieran esa pregunta. Y respondió sucintamente que la recordaba como una gran mujer y que siempre la llevaría en el corazón. Fueron sus últimas palabras antes de retirarse y dejarnos desayunar a la prensa internacional.
Mi amigo, el periodista colombiano, salió corriendo y le pidió hacerse una fotografía con el que décadas más tarde se ha convertido en el presidente número 45 de los Estados Unidos de América. El amigo me insistió a que fuera con él y que me fotografiara; le dije que el personaje no me interesaba en absoluto. Sólo era un multimillonario engreído.
Ahora todos esperamos que realice una buena política dentro de su país, que lo haga grande como especificaba su lema de campaña y que realice una buena labor en beneficio de todos los pueblos del mundo, incluida España.