POR JOSÉ ORTIZ GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE MONTORO (CÓRDOBA)
En esta tarde traemos una fotografía facilitada por los vecinos de la Silera donde se ve engalanada la plazuela con una cruz de mayo la cual parece que se realizó entre 1988 – 1992, aunque no tenemos la exactitud de fecha.
Esta barriada se conoce desde el siglo XV cuando se habla de los silos existentes en el camino que conectaba con la misma, y los cuales fueron perdiendo el terreno conforme las casas iban aumentando. Son muchos los vecinos que hablan que en sus casas algunas de sus partes están aprovechadas en estas construcciones medievales. Sabemos por las evidencias que quedan de alguna de ellas en el entorno del conocido Molino de los Silos, que eran de grandes dimensiones (más de tres metros de altura), revestidos de arcilla que evitase la filtración de aguas y los cuales se sellaban con una gran piedra circular en su parte superior.
Para evitar que el trigo que se guardaba en el mismo sufriera daños, y más aún, para conocer cuanta parte de este cereal se perdía con motivo de las lluvias o humedad, los guardianes de las llaves colocaban en su parte superior una capa de papel con objeto de que quedaran señales si calaba el agua de lluvia u otra incidencia. Un ejemplo del funcionamiento de dicha práctica la tenemos documentada el día 10 de noviembre de 1584 en el silo décimo tercero que se encontraba junto a la cruz de piedra que había en el camino de la Silera
En ocasiones se limpiaban los mismos quedando datos sobre esto en lo ocurrido el día 18 de julio de 1590, cuando el Concejo encargó a Antón Pérez de Ramos y a Juan León que limpiasen el interior de los silos de la Silera antes de que se procediese a su llenado: “… que por quanto a tiempo de enzerrar pan del Pósito en los silos desta villa (…) y para beneficio y habemos del dicho pan combiniese aderezar y limpiar los silos de la Silera desta villa para meter y ençerrar el dicho trigo…”. El sueldo que ganarían cada día de trabajo era de tres reales.
A modo de anécdota diremos que concretamente en este lugar se daba el pésame masculino de los entierros hasta los años ochenta del siglo XX, siendo el lugar de despedida del féretro de cara al Cementerio.