PROSPECCIÓN, HALLAZGO Y EXCAVACIÓN DE UNA VILLA ROMANA EN VILLAR DEL ARZOBISPO
Nov 18 2016

CÉSAR SALVO, CRONISTA OFICIAL DE VILLAR DEL ARZOBISPO (VALENCIA)

Vista general de la excavación. / Foto: Josep Burriel.
Vista general de la excavación. / Foto: Josep Burriel.

La toponimia de nuestro pueblo expresa bien claramente que el nombre dado al mismo por los primeros pobladores cristianos en el siglo XIII se refería a las numerosas villas romanas que circundaban el caserío musulmán existente y también las que se desparramaban por el exiguo término municipal. Esto es: el Villar = Conjunto de villas. Así pues los restos arqueológicos de época imperial son abundantes por estas tierras y así hemos podido constatar en la última década la existencia de unas veinticinco villas romanas, que etsuvieron habitadas desde época republicana hasta el siglo V d.C. Éste es el relato de cómo llegamos a descubrir una de estas villas.

El pasado mes de agosto se ha llevado a cabo la excavación de una villa romana situada a escasos 600 metros del casco urbano de Villar del Arzobispo. En octubre de 2015, el Pleno del Ayuntamiento de Villar del Arzobispo aprobó la financiación con 5.800 € de una excavación de 100 m2 alrededor del punto donde en 2012 nosotros habíamos realizado el pinchazo. Un hallazgo que tiene su origen en 2003, cuando trabajando como Agente de Empleo y Desarrollo Local en el Ayuntamiento de Villar del Arzobispo, y dentro del apartado de recursos turísticos para poner en valor, diseñé dos rutas: una Monumental, que recorre los principales monumentos histórico-arquitectónicos dentro del casco urbano (Conjunto Histórico-Monumental del Palacio Prelacial y la Iglesia Arciprestal de Nuestra Señora de La Paz, barrios musulmanes del Arrabal y las Solanas, ermita de San Vicente Ferrer, Escuelas Municipales y Museo Etnográfico Casa de los Cinteros), y otra Cultural a la que denominé como La Huella del Hombre, por cuanto pasa por diferentes hitos pertenecientes a todas las culturas que han habitado estas tierras: iberos, romanos, visigodos, musulmanes y cristianos. Un itinerario de 18,7 kms. que recorre el término municipal de N. a S. y parte de la plaza de la Iglesia, desciende por las calles de la Torre, La Hoya y Vaquero para internarse en las tierras de la Hoya por el
camino de la Pila, en dirección al cerro de Monteolivé y al poblado ibero-romano de la Aceña; un camino histórico desde el tiempo de los iberos y primitiva entrada al poblamiento que desde tiempos inmemoriales no ha dejado de existir sobre el farallón rocoso en el que hoy se yerguen la Iglesia y el Palacio.

Tras la inauguración de esta ruta cultural en 2006 llevada a cabo por el Centre Excursionista de València y contando con la información que sobre dicha partida denominada La Pila había recogido mi predecesor, el insigne villarenco y primer Cronista de la Villa, Vicente Llatas Burgos, en su publicación Carta Arqueológica de Villar del Arzobispo y su comarca (Valencia, 1957. A.P.L. VI, pp. 153-186) me tracé un plan de barrido de todas las parcelas del polígono nº 4 (la Hoya) por donde discurre el camino histórico antedicho. Lo hice de oeste a este, inspeccionando todas y cada una de las parcelas en un área de casi 2 km2. De manera que fui poniendo cerco a la parcela 493, un campo sin laborar desde hace más de cincuenta años donde sólo con la recogida de restos arqueológicos en superficie llenamos un armario dispuesto en el Archivo Vicente Llatas Burgos que dirijo, y con cuya datación puede seguirse la secuencia histórica desde los iberos hasta nuestros días. Paralelamente y alrededor del bancal donde se hallaría la villa también fuimos recogiendo diferentes elementos constructivos y una pieza de lagar, como podemos ver en las fotografías que a continuación se muestran.

Hallazgos muy interesantes que apuntaban hacia la posible existencia de una vivienda cercana de época romana y de la cual ya habló nuestro insigne predecesor, aunque no en la parcela prospectada por nosotros.

Podium.
Podium.
Arco de depósito de lacus.
Arco de depósito de lacus.
Elemento del pórtico.
Elemento del pórtico.
Contrapeso de prelium de un lagar (parte trasera).
Contrapeso de prelium de un lagar (parte trasera).

A finales del mes de mayo de 2012 y -a petición nuestra- Dª Helena Bonet, Directora del Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia, acompañada de Rosa Albiach (experta en villas romanas), realizaron una visita facultativa a El Villar con el objeto de reconocer el hallazgo de la pieza en piedra de rodeno mostrada emás arriba y determinar su uso, el cual –en ese momento- no pudo asegurarse con certeza; ahora ya sabemos que pertenece a un prelium de un lagar para la uva. En la visita también entraba el reconocimiento de la zona que nos ocupa, y así, en el último bancal inspeccionado, la parcela que nos ocupa, entre la arqueóloga Rosa Albiach y nosotros llenamos dos bolsas de nuevos restos encontrados entre las hierbas esa mañana. De manera que al terminar la inspección y ante mi determinación a que se realizase una prospección arqueológica, me dijo: «Si hubiese una villa se debería probar a excavar por aquí«. Fue como la puntilla que necesitaba para reafirmarme en la idea de realizar unas catas arqueológicas, pues a esas alturas estaba ya completamente convencido de que bajo la tierra ahora inculta y poblada de hierbas altas yacía en silencio una vivienda de época romana.

De inmediato averigüé en el Catastro Municipal la propiedad de la parcela y tras conseguir un número de teléfono me puse en contacto con los dueños, dos hermanos a los cuales pedí permiso para realizar dos catas de 2x2x0,5 metros en dos puntos distantes y aleatorios dentro de la parcela… Mientras el menor de ellos no puso ninguna traba el mayor me comunicó que quería plantar una viña, a lo cual le respondí que si metía un tractor con charuga a labrar el campo no sólo se encontrarían los restos de una villa sino que destrozaría el yacimiento y se vería obligado tanto a paralizar los trabajos como también a denunciar el hallazgo a la Dirección General de Patrimonio. Apelando a su inteligencia, traté de hacerle comprender la conveniencia de probar a realizar una pequeña prospección en el bancal, a lo cual se negó en rotundo aduciendo que no había indicios suficientes para demostrar que en su bancal hubiera un yacimiento romano e insistiendo en su pretensión de realizar la plantación de un viñedo en el mismo. Viendo que no le convencía tomé una determinación, pues entiendo que, como cronistas, una de nuestras obligaciones es ser «guardianes del Patrimonio” que la Historia nos ha legado en cada territorio.

Me sentía frustrado y no me podía sustraer a la idea de que ese bancal guardaba el secreto de unas vidas de hace dos mil años, y que D. Vicente Llatas y su pueblo -que también es el mío- se merecían conocer y estudiar las ruinas arqueológicas que hubieran ocultas. Finalmente, ya entrados en el mes de julio y apretando la calor, después de tres meses de vigilancia intensiva sobre el bancal, pues temía que el dueño iniciase algún movimiento de tierras, pertrechado de una azada mediana y con mucha paciencia fui abriendo un agujero de 1 m2 en un punto totalmente elegido al albur donde las hierbas eran más altas; entre la tierra extraída encontramos diversos fragmentos de cerámica de diversas épocas y un rombo de opus spicatum.

Al cuarto día de trabajos la azada se manejaba mejor y pronto llegamos a los 40 cm. De profundidad, hasta que un sonido del metal nos indicó que había golpeado una piedra, a tan sólo 44 cms. de profundidad. A partir de ese momento pasamos a trabajar con unas brochas finas y, poco a poco, fue apareciendo primero el arranque del muro y luego un piso de opus spicatum.

Era el día 13 de julio de 2012, viernes, 19:30 horas. Ahora ya teníamos la certidumbre de que existió una villa en este lugar y que estaba debajo de la tierra, ahora sí que el dueño se debería resignar a no poder transformar el bancal, dado que comuniqué el hallazgo a la máxima autoridad esa misma tarde. Y a las pocas semanas ya habíamos conseguido de los dueños el preceptivo permiso de excavación.

Fig. 12. Muro y piso de opus spicatum. / Foto del autor.
Fig. 12. Muro y piso de opus spicatum. / Foto del autor.

Con la contratación de dos arqueólogos (Josep Burriel, director del Museo Arqueológico de Moncada y Juan José Ruiz, director del Museo Arqueológico de Chelva) y dos peones del grupo de alumnos de un Taller de Empleo de Arqueoturismo que, de enero a junio de este mismo año, estuvo excavando y consolidando estructuras en el poblado de la Edad de Bronce Puntal de Cambra, además de la colaboración de cuatro voluntarios, se han llevado a cabo los trabajos desde el 1 al 31 de agosto. La excavación podríamos decir que ha tenido dos fases bien diferenciadas en los escasos veinte días que ha durado y que tuvo como primera actuación la demarcación de una zona de 100 m2 irradiando desde el punto del hallazgo de 2012. En la primera fase se excavaron los niveles 1001 y 1002, dejando al descubierto el piso de una habitación de opus spicatum circundada por sendos muros y con una pequeña habitación anexa cuyo piso (también de opus spicatum) estaba abombado; señalar que en la habitación central se observaba claramente la desaparición de los ladrillos rómbicos en dos formas circulares y distantes un metro; y junto a ella y pegada a un muro una enorme piedra que no pudo determinarse en un primer momento su función; asimismo, en la parte suroeste se observaba el afloramiento de una cubeta de 1,20×1,00 ms. ceñida por un grueso muro de piedra.

Ángulo noreste de la zona excavada. / Foto del autor.
Ángulo noreste de la zona excavada. / Foto del autor.

En esos momentos y tal como se observa en la imagen anterior, se pensó que podíamos encontrarnos en la pars fructuaria de la villa, más concretamente en el lagar de la misma, pues los dos círculos a que aludíamos se pensó que podían ser los asientos de los arbores de una prensa para vino, aunque de una ocupación posterior al origen de la villa, quizá por una posible reutilización de la misma… Pero con la siguiente fase estas conjeturas fueron cayendo debido a los nuevos espacios que se excavaban. Y así, en la parte oeste y junto al piso de opus spicatum perfectamente cuadrado aparecía un muro de forma rectangular que muy pronto nos ofreció una agradable sorpresa, pues quedó a la vista una pequeña piscina familiar… en la parte sur y pegado al piso antedicho prometía alguna otra sorpresa, pues conforme avanzaba la excavación mayor profundidad alcanzaba. De manera que en esta zona se invirtie- ron los días restantes hasta finalizar esta campaña. Era un hueco entre tres muros de piedra que llegó a excavarse hasta 1,52 m. que se había rellenado en alguna época bastante después de haber sido abandonada la villa con toda clase de materiales: piedras, ladrillos de arco, tegulae y dolias, y por supuesto tierra; muy seguramente para realizar labores agrícolas.

Hebilla metálica. / Foto del autor
Hebilla metálica. / Foto del autor
Aguja de hueso. / Foto del autor
Aguja de hueso. / Foto del autor

Entonces ya se sabía que nos encontrábamos en la pars urbana y que estábamos frente a las termas particulares de los dueños de una villa romana que se ha datado en época imperial, entre los siglos I-III d.C.; según los arqueólogos, la villa se abandona a mediados del siglo III y al parecer- se da una reutilización alrededor del siglo V d.C. Una villa que pudo ser fundada por algún personaje con poder económico, con unas termas que tuvieron cuatro salas intercomunicadas: apodyterio (vestuario), frigidarium (sala fría) con su piscina, tepidarium (sala tibia) y caldarium (sala caliente) con su piscina; aunque falta localizar el praefornium y también el alveus principal (piscina y/o conducción de agua) Decir que entre los materiales singulares que han aparecido -además de numerosos ladrillos rotos, grandes fragmentos de dolia y tegualae, diversos fragmentos de tubuli, cuantiosos fragmentos de cerámica variada, tanto de cocina como vajilla de mesa, así como abundantes vidrios y metales- hemos de comentar tres: un cuerno de toro, una hebilla de metal y una aguja de cabello tallada en hueso (sin punta).

Llegados a este punto hemos de apuntar aquí que la extensión de todo el complejo de una villa romana puede alcanzar una media de 50.000 m2 (depende de los casos), con lo cual a esta pars urbana de la cual falta por descubrir la propia villa (la casa de los dueños); además y cercanas a ésta deben estar la pars rústica (almacenes, hornos y viviendas de siervos y esclavos) y la pars fructuaria (molino, almazaras, lagares para la elaboración de aceite, vino y harina). Dicho esto podemos comprender que apenas hemos descubierto un 5% aproximadamente de lo que el yacimiento puede estar guardando. El Ayuntamiento quiere adquirir el bancal y ya ha iniciado conversaciones con los dueños para comprarlo y así, al pasar a ser propiedad pública se podrá acceder a subvenciones y, de esa manera, proseguir excavando un yacimiento que promete grandes sorpresas, pues es opinión generalizada entre los expertos de que a tenor de los resultados obtenidos en la primera fase de la excavación, el edificio de la vivienda puede ser de gran relevancia. Por otra parte, el Ayuntamiento, ha vallado el área excavada y a través de su Concejalía de Cultura va a establecer un calendario de visitas guiadas a la excavación para toda la población: vecinos, colegios y asociaciones.

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