POR JOSÉ ORTIZ GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE MONTORO (CÓRDOBA)
Hoy recuperamos del recuerdo una de las postales de Roa Rus, un comercial del siglo XIX que realizó una serie de postales para venderlas en su tienda, y quizás con ello debamos de asignarle que fue el pionero en nuestra localidad de la divulgación turística.
El conocido Barranco de Domingo de Lara, en la actualidad conformado por varias calles (Domingo de Lara, Paloma, Cordoneros y Ronda del poeta Manuel Terrín Benavides) fue desde tiempos antaños un lugar donde los muladares abundaban, donde el camino al barco se prolongaba hasta el Guadalquivir y algunos ganados pastaban tranquilamente a la vera de las casas de sus vecinos. Concretamente hace muy poco tiempo aún fui testigo de como retozaba un gallo de buen porte en mitad de la calle que hoy cruza por aquel lugar de camino al Puente de la Golondrina.
Sobre este lugar aún quedan grandes testimonios, mitos y leyendas. Hoy pondremos una curiosidad que sirva para conocer un poco sobre esta Ronda. Existía sobre el año 1715 un bateador de oro que dedicaba mucho tiempo a batear tierra del desaparecido arroyo Mingo Lara encontrando algunas de ellas no en pocas ocasiones. No obstante en un Interrogatorio Nacional de 1792 realizado por el cartógrafo Tomás López, nos indica el vicario de Montoro D. Juan Antonio del Peral y Buenrrostro que aunque se encontraban en tiempos pasados, ya hacía muchos años que no aparecía ninguna evidencia de oro nativo.
También sabemos que en esta zona durante la Guerra Civil, y en sus primeros días, aún funcionó la barca pasando a personas que habían quedado en un lado u otro del Guadalquivir. Después de la contienda volvió a funcionar no pocos años, hasta inicios de los setenta.