POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
Pasados estos primeros momentos, la economía torrevejense tuvo sus principales problemas con el intervencionismo estatal en su única industria, las salinas. Un año más tarde (1941), la casi anulación de las exportaciones como consecuencia del conflicto bélico europeo, aumentaron el stock en garberas y no hicieron aconsejable la extracción, con lo que únicamente se lleva a cabo una reducida campaña de 150.000 Tn. de sal como remedio contra el paro, llegándose a hacer los trabajos en un solo relevo; el número de trabajadores eventuales pasó de 800/900 a la mitad, siendo la pesca y la navegación las que absorbieron la mayor parte de los obreros eventuales sobrantes.
En noviembre de 1941, la Compañía Arrendataria de las Salinas establece un economato que distribuye los racionamientos pertinentes, vistas las dificultades de adquisición de productos alimenticios. Tenían derecho al economato el personal obrero y administrativo perteneciente a la empresa, contratado por la misma o que realizaran trabajos propios en ella y de la que recibían sus jornales, excluyéndose del mismo al personal de la Oficina Interventora del Estado.
Se aprueba el proyecto de un comedor de obreros a instalar en lo que fue la sala de calderas. Constaba de comedor, cocina y dependencias anexas. La creación del comedor para obreros obedecía a la nueva legislación laboral, que atendiendo al Decreto de 8 de Junio de 1938 y sobre la base del Fuero del Trabajo proclamaba: “Las costumbres establecidas bajo un régimen materialista colocan al hombre en condiciones algunas veces de inferioridad a los mismos instrumentos de las industrias. Así sucede en la forma frecuente que efectúan sus comidas los trabajadores, sentados en las aceras de las calles o alrededores de las fábricas o talleres, expuestos a las inclemencias del tiempo y sin que presida el decoro y sentido del orden que todos los actos de la vida han de tener”.
Mientras, seguía el reflujo de mano de obra eventual hacia el mar y las salinas según las épocas del año en que las necesidades de los trabajos así lo precisan. Con ello y con los racionamientos especiales del economato, el grueso principal de los trabajadores se mantuvo sobrellevando la crisis que afectó a la explotación salinera durante toda la década de los cuarenta.
A finales de la década de los años 50 y como consecuencia de la nueva situación internacional, la economía española inicia una etapa de reactivación, cuyos rasgos se traducen en un rápido proceso de industrialización y la entrada de capital extranjero e importación masiva de utillaje industrial.
En las salinas de Torrevieja se produce una modernización de las instalaciones, la más importante mecanización efectuada hasta el momento, que afectó de especial forma a los trabajos de transporte de la sal, lavado y apilamiento, proporcionando un volumen mayor de producción. A causa de la mecanización se produjo un excedente de mano de obra que promovió un “paro tecnológico” de 244 trabajadores entre despidos y jubilaciones anticipadas, provocando la inmigración de unas doscientas familias hacia diversas ciudades: Barcelona, Palma de Mallorca, Valencia, Málaga, Alicante y Madrid, y otras naciones como Alemania, Francia, Suiza y Bélgica.
El paro tecnológico, no se planteó oficialmente hasta que estuvieron en perfectas condiciones todas las innovaciones técnicas implantadas; cuando quedaron superados todos los problemas, se redujo la plantilla del personal obrero (llamado “productor”) reclamándose.
(Continuará)
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 19 de noviembre de 2016