POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Lo único que nadie discute a estas alturas es el vergonzoso expolio sufrido por el convento caravaqueño de San José durante los últimos años, tal y como denunció ‘La Verdad’ hace unos días y como ya hicieron los técnicos municipales en 2013. Pero no han sido las únicas denuncias. Tanto la Guardia Civil como la Dirección General de Bienes Culturales también advirtieron a un juzgado de Caravaca del estado del histórico complejo que fundara Santa Teresa de Jesús.
Ahora resta determinar quiénes fueron sus autores. Y esa es la línea que mantiene abierta la Benemérita, cuyos agentes ya investigaron en su día los hechos y remitieron, como corresponde, los resultados de sus informes al juez. Bienes Culturales hizo lo mismo, en este caso por la vía administrativa, sin perjuicio de que acabe también ante un juzgado penal.
Fuentes de la investigación aclararon que Cultura impulsó la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) para el convento cuando supo que sus propietarias, las carmelitas, pensaban venderlo para marcharse a Tallante (Cartagena), como al final hicieron. En este primer traslado, muchas obras, según las mismas fuentes, «se las llevaron las religiosas. Y estaban en su derecho. Ni siquiera estaban catalogadas». Otra cosa son los daños provocados al inmueble y su contenido después de esa fecha. Así, se cuentan por docenas los ataques a los retablos, puertas e incluso suelos del convento, de donde desaparecieron hasta baldosas. Y los ladrones no fueron finos: arrancaron de cuajo una docena de cabezas de angelotes que adornaban el retablo principal y decapitaron a un Niño Jesús, además de llevarse dos espléndidas puertas labradas y los tubos del órgano, que a estas alturas, según fuentes de Cultura, podrían estar fundidos. La lista de ataques estremece. Como la lectura del informe que Bienes Culturales remitió al juzgado, aunque desde esta institución aseguran que «no se pueden desvelar otros detalles en tanto permanezca abierta la operación».
El destino de las piezas
No es necesario ser anticuario para comprender que la mayoría de las piezas expoliadas en el convento lo fueron para su posterior venta, salvo que los ladrones quisieran adornar su casa con ellas. La cuestión es determinar en qué circuitos se encuentran ahora, si es que los ladrones no las conservan escondidas a la espera de tiempos mejores, como anuncian fuentes de la investigación.
En esta categoría se pueden incluir las cabezas de los angelotes, algunos cuadros y las puertas del retablo mayor. Más dudas ofrece otra de las piezas arrasadas: las trompetillas horizontales del órgano barroco, obra de Miguel Alcarria, que atesoraba la iglesia desde 1789 y cuyo paradero se desconoce. Podrían haber acabado convertidas en chatarra o fundidas.
Tanto los técnicos municipales como los de la Comunidad se sorprendieron al constatar que el expolio era, además de constitutivo de delitos contra el Patrimonio, tan burdo como apresurado. Prueba de ello era el empleo de la decapitación para arrancar las cabezas de los angelotes del retablo mayor, de estilo rococó. Más curioso resulta comprobar que algunas de esas cabezas lucían a varios metros de altura. Así, los autores necesitaron utilizar enormes escaleras para acceder a ellos, lo que evidencia que el expolio quizá no fue un acto tan improvisado como podría creerse.
Fuente: http://www.laverdad.es/