POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Asturias es región manzanera por excelencia. Y si algunos concejos, como Villaviciosa y Nava, presumen de producción y de calidades, Colunga, en su orgullosa humildad se atreve a cantar:
«Colunga, Colunga
es un pueblo de sandunga;
y el de la mejor manzana
de la comarca asturiana…»
Sabido es que las primeras manzanas, las tempranas, como son la precoz, la carmín y la dorada (en Colunga las llamamos «sanjuanines» o «manzanes de San Juan»), están en sazón bien entrado julio y aunque aromáticas y sabrosas, siguiendo la advertencia de Baltasar Gracián podríamos decir que «Primicias más del gusto que del provecho, lisonjeado antes por lo temprano que por lo sazonado».
Fue costumbre muy antigua guardar estas manzanas tempranas entre hierba seca; unos decían que ganaban en sabor y aroma; otros, mal pensados pero precavidos, porque así se evitaban los robos entre la multitud de admiradores que despierta tal primicia.
Lo digo por propia experiencia.
Como el otoño es la época ideal para la producción-recolección de esta fruta, vayamos con nuestras manzanas otoño-invernales.
Se dice que el consumo de una manzana al día «aleja de casa al médico»; pero, ¿qué momento -desayuno, comida, cena- es el más idóneo para su consumo?
Seguiremos el consejo que los estudiosos recomendaban para las comidas regias en los siglos XIV y XVI, explicitados en las Ordenaciones del rey Pedro IV de Aragón, redactadas por los años de 1344 y siguientes:
«Habrá el Rey gustado algunas de las frutas con que acostumbra a dar PRINCIPIO AL COMER, tales como las manzanas, peras de buen olor, membrillos o granadas dulces…»
Esto era así. La costumbre actual es que la fruta se ofrezca y consuma como postre, siempre que no sea en exceso y máxime si la comida fue copiosa.
Pues como estamos en días de lluvia y frío y Colunga se prepara para celebrar su SEMANA DE LES FABES, hoy ofreceremos como postre para tal festejo una receta de MANZANAS AL VINO que alegre cuerpos y espíritus.
Se pelan las manzanas (dos por persona), procurando que sean de tamaño mediano y de «carne» entre blanda y dura. Van muy bien las llamadas reineta del Canadá (en Gijón, García Sol). Con la ayuda de un sacabocados o de un cuchillo pequeño se las elimina el «corazón» (en Gijón dicen «la jaspia») y se colocan en una tartera junto con la piel de un limón, una rama de canela, azúcar al gusto y vino tinto hasta cubrirlas.
Hierven a fuego moderado hasta que estén tiernas (no deshechas) y se llevan a una fuente.
El vino continúa con sus hervores hasta que tome consistencia de jarabe. Con él se bañan las manzanas.
Se sirven, templadas, en la misma fuente.