POR CELSO PEYROUX, CRONISTA OFICIAL DE TEVERGA ASTURIAS Y VICEPRESIDENTE DE LA ACOA
Y viendo el humano que el suelo era bueno comenzó a talar bosques y apropiarse de los terrenos de la naturaleza con sus productos, pastizales, frutos y animales. Así, roturó fértiles huertas y vastas praderías para dar de comer al ganado. La fauna se hizo más montaraz de lo que era y vivió plácidamente en su paraíso. Un día asediada por el hombre malo provisto de escopetas, arcos, ballestas, trampas y cepos, alentados y dirigidos por el dios Busgosu, decidió bajar de las alturas al llano para entablar la amistad perdida con el hombre y quedarse a vivir con él. Es así como, de buenas primeras, nos encontramos con un urogallo cortejando a una gallina en el pueblo de siempre y un día, a un oso comer un panal en la puntiga de un hórreo, los rebecos tomando el sol en La Huesera del Auseva, los venados comiendo berzas en el huerto de “entecasa” y los jabalíes de paseo por la calle Uría o en El Muro de Gijón disfrutando de un baño de sales y espuma. Los tiempos cambian. ¡Bienvenidos todos los animales de frondas y breñas, vientos y efluvios a la torpe, mezquina, avara y caótica “civilización” humana. Aprenderemos mucho de vosotros!
Fuente: Diario LA NUEVA ESPAÑA