POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
Iglesia, Falange y Ejército
El nuevo régimen encontró generalmente sus soportes y sus centros de extracción de personal político en el Ejército, la Falange y la Iglesia Católica. A niveles locales, y más concretamente en Torrevieja, el personal político muestras unos perfiles poco definidos y muy poca evolución durante el periodo 1939-1959 –no cambió sustancialmente en esta etapa– presentando una perfecta amalgama de todas las tendencias citadas.
Al Ejército le correspondió –además de suministrar importantes contingentes de las nuevas elites políticas y la burocracia, pues el 80% de los puestos de funcionarios estaban reservados a ex combatientes– la función coercitiva, en última instancia, aunque en esa labor contó con la cooperación de los otros dos sectores básicos del régimen: la Falange y la Iglesia. Con todo, hay cierta diferencia apreciable entre los primeros momentos, donde se produce una omnipresencia del Ejército de Ocupación y un continuo desfile de actos de homenaje al Ejército, y en los años posteriores se difuminaba la presencia pública de los militares.
Los otros dos soportes ideológicos del régimen franquista, la Falange y la Iglesia católica, mostraron a nivel de Torrevieja un acuerdo absoluto, aunque hubiese disputas a nivel de determinadas parcelas de poder. Los actos de tipo político-religioso fueron habituales en el nuevo régimen, y en ellos se producía una circunstancia que puede parecer paradójica, pero que muestra a la perfección la mezcla de intereses entre ambos poderes: los mayores elogios al Caudillo y a las realizaciones del Nuevo Estado eran proferidos por los eclesiásticos, en tanto que la afirmación de la fe católica solía estar a cargo de los jerarcas falangistas, que eran acendrados católicos, del mismo modo que habían sacerdotes afiliados a Falange.
Iglesia
Como buen estado totalitario, el franquista procedió, con la colaboración de las autoridades eclesiásticas –afanosas de “recristianizar” a la población-, a una total intromisión en la vida privada y las costumbres de los habitantes de Torrevieja: se ordenó así, en un plazo de sesenta días, el cambio de nombre de todas aquellas personas que los tuvieran exóticos o extravagantes” (por ejemplo: Libertad, Copérnico, etc.) y su sustitución por otros del Santoral cristiano, así como el de los establecimientos que “so pretexto de publicidad o afán de singularidad” llevaban denominaciones en “lenguas exóticas” –es decir, todas las que no fueran en castellano-; así por ejemplo, la terraza de proyecciones cinematográficas llamada “Cine Royal” paso a denominarse “Cinema España” y se aplicaba una severa censura moral. En los primeros años después de acabada la contienda, se recomendó el uso de la chaqueta en verano; se regularon las dimensiones de los trajes de baño y se prohibió la estancia fuera del agua sin albornoz, multándose a los contraventores. Las autoridades prohibieron las Fiestas de Carnaval, consideradas como “paganas“; persiguiendo a los borrachos y a cuantos realizaban actos inmorales como “ir abrazados personas de ambos sexos por las calles y otros actos provocativos”; prohibieron la blasfemia y “otras indecorosas licencias del lenguaje.
(Continuará)
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 3 de diciembre de 2016